Por: Katherine Ferreira. Analyst, Data & Analytics NTT Data Chile y voluntaria en Fundación NTT Data Chile
En el peor momento de la pandemia COVID-19 en Chile (abril-junio 2020), aproximadamente 829 mil mujeres salieron del mercado laboral, de las cuales menos de la mitad (362 mil) reingresaron al mercado laboral al año siguiente, habiendo una brecha de género de -21,3 pp (puntos porcentuales, noviembre 2021 – enero 2022). En cuanto a matrículas en relación con tecnología, tenemos una brecha negativa de -65,7%, siendo la más grande observada respecto a otras áreas de conocimiento.
El teletrabajo producto de la pandemia, y la brecha en cuanto a habilidades relacionadas a herramientas y conocimientos en tecnología, tuvo un impacto negativo para las mujeres dentro del mercado laboral, donde se ve disminuida la participación en carreras STEM (es el acrónimo en inglés que se refiere a ciencia, tecnología, ingeniería y matemática).
Hace poco se realizó un conversatorio titulado “Mujeres en la Industria TI: Data Analytics”, en la Universidad de Atacama. Ahí se compartieron experiencias y conocimientos para compartirlos a otras mujeres. Se pudo constatar cómo ha sido para muchas mujeres el proceso de optar por una carrera relacionada a las ciencias y tecnología. También se discutió acerca de la importancia de tener referentes, los mismos con los que nos podemos identificar.
En una cantidad no menor de casos se pudo constatar que la tecnología estuvo presente desde que esas mujeres fueron niñas. Se trata de los mismos casos donde el desarrollo y uso de la tecnología estuvo presente de forma diaria. Para muchas de estas mujeres lo natural o esperado es tener contacto con la tecnología. Entonces, nuestros referentes los podemos encontrar fuera del hogar, en la escuela, en un programa de televisión o en un personaje famoso. Pero, ¿qué ocurre cuando no tenemos a ese referente? ¿Qué ocurre cuándo, desde temprana edad, no pudimos observar o conocer el abanico de posibilidades?
Es importante que desde hoy cada una de las mujeres sean voceras de sus propias experiencias con quienes les rodean, sobre todo para quienes son más pequeñas. Debemos ser referentes de nuestras hijas, nietas, sobrinas y, por qué no, de nuestras amigas y compañeras.
Es necesario que quitemos una etiqueta de género en las distintas carreras, porque no debiésemos catalogar determinadas carreras para hombres o mujeres. Alimentemos la curiosidad de las niñas y niños, mostrándoles las oportunidades que existen y cómo necesitamos de ellos para construir soluciones que sean un aporte para la sociedad.
A raíz de la pandemia hubo un cambio en la manera de trabajar y comenzó un proceso de evolución donde se están seleccionando los métodos que puedan funcionar en un ambiente híbrido. Hay tierra fértil para avances en materia de sostenibilidad, equidad de género, medicina y muchas más áreas donde podemos ver mayor participación de hombres y mujeres. Evitamos sembrar prejuicios, estereotipos y creencias erróneas.
Las personas que estamos en el proceso de cocrear el futuro del trabajo y, por eso, es importante que contagiemos conocimiento, curiosidad, cuestionamientos y reflexiones a las generaciones que están y las que vendrán con menos creencias limitantes y más posibilidades.
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