Por: Patricio Cartagena D. Secretario General de la Cámara Minera de Chile
Buenas noticias para un futuro muy próximo tiene la minería chilena. En el reciente informe de Cochilco, “Demanda de cobre a partir de la transición energética”, se indica que aumentará la demanda de cobre a partir de cuatro sectores claves e interconectados de la transición energética: electromovilidad, energías bajas en emisiones, almacenamiento energético y redes eléctricas necesarias para sustentar el sistema.
Señala que “la demanda de cobre incremental o neta respecto del escenario sin que existiera una transición crecería desde 1,2 Mt (millones de toneladas) en 2020 a 2,8 Mt en 2025, 3,5 Mt en 2030 y 5,4 Mt en 2040 (+8,0% CAGR respecto de 2020), multiplicándose por cinco veces al 2040.
Esto significa que la demanda de cobre a partir de la transición energética pasaría de representar un 5% de la producción total refinada en 2020 a un 10% en de la producción refinada esperada total al 2030, para luego triplicarse al 15% en 2040.
De considerar el escenario potencial en que al 2040 el 100% de las ventas de automóviles sean eléctricos, sumaríamos 4,1 Mt adicionales, llegando a una demanda total neta de 9,6 Mt, lo que equivaldría al 27% de la producción esperada de cobre refinado a dicho año”.
Esto es una buena noticia para la minería nacional y para el país. Sin embargo, para poder satisfacer dicho incremento en el uso del metal rojo, hay que aumentar también la producción de este, por ende, también se transforma en un desafío que se debe aprovechar y acelerar.
Generalmente hablamos de productividad, de estabilidad política, social y jurídica, que siguen presentes y son de gran importancia en el desarrollo de la actividad y en la atracción de nuevos inversionistas, pero ante este escenario anunciado, se suman desafíos propios para la industria.
Para aumentar la producción de cobre, el país requiere realizar más exploración, la que en épocas como las que estamos viviendo no aumentan, por lo que las posibilidades de encontrar nuevos yacimientos son escasas. Hoy lo que se busca, geológicamente hablando, es en las cercanías de los yacimientos que están operando, es decir, brownfield.
Si bien, cualquier veta nueva es importante para el desarrollo, no sabemos si en las condiciones actuales, yacimientos envejecidos y bajas leyes nos permitirán satisfacer dicha demanda.
Ante esto, es imperioso que la industria busque la forma de aumentar la producción de cobre que se va a requerir; que se invierta en exploración y que el país entregue confianza y estabilidad para las nuevas inversiones, que nos ayudarían a mantener el liderazgo que hemos ostentado por décadas y capturar los beneficios de la transición energética.
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