Por: Andrés Cardemil. CEO y fundador de HumanNet
Diversos estudios vienen sosteniendo desde hace un tiempo que los trabajos que corren mayor riesgo de automatización y reemplazo son aquellos que involucran tareas rutinarias u operativas, y como contrapartida, los que corren menor riesgo de ser automatizados, son aquellos que involucran habilidades tales como el pensamiento crítico y la creatividad.
La evidencia empírica indica que en la medida que una persona tiene más estudios formales y mayor educación, sus posibilidades de encontrar un buen trabajo y acceder a mejores remuneraciones son más altas. Lo anterior, incluso, es más notorio cuando se tiene dominio de un segundo o tercer idioma.
Lo cierto es que, producto de la masificación de las tecnologías en el tiempo, muchos puestos de trabajo- demasiado básicos o que comprenden tareas rutinarias- han sido reemplazados por máquinas. Algunos ejemplos de ello son los cajeros automáticos que encontramos en las estaciones del metro o en los estacionamientos de los centros comerciales, las cajas de autoservicio de los supermercados, las surtidoras de combustibles para la autoatención, o las ya clásicas máquinas expendedoras de bebestibles y comestibles, etc.
Asimismo, la mayoría de las actividades vinculadas con las líneas de producción industrial han sido robotizadas, quedando los trabajadores ubicados solamente en ciertos puntos de control o verificación para el aseguramiento de la calidad del producto.
Si bien la automatización seguirá creciendo con los años, el punto esencial en dicho proceso es la velocidad que irá adquiriendo esa transformación. Ya vimos como durante la pandemia del Covid-19 muchas organizaciones tuvieron que subirse obligadas al carro de la transformación digital para asegurar la continuidad de sus operaciones. Todo esto se tradujo en que hoy exista un gran déficit de profesionales tecnológicos en el mundo y en que muchos especialistas de esa área estén prestando sus servicios más allá de sus fronteras, gracias al trabajo remoto. Entonces una manera de blindarse frente al avance de la automatización es especializarse en las carreras denominadas STEM (Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas en su sigla en inglés).
De la misma manera, debemos repensar cómo estamos educando a la nueva generación. Los programas de capacitación en las empresas también deben revisarse y cambiar de paradigma. Fortalecer las habilidades sociales, relacionales, y comprender el por qué o el sentido de lo que se hace o para qué que se hace, resultará fundamental y crítico.
Quizás el factor más relevante a la hora de blindarse para no ser fácilmente reemplazado, será desarrollar habilidades socio-emocionales, mal llamadas por algunos “habilidades blandas”, y que hoy están siendo cada vez más conocidas como “habilidades esenciales”. Algunas de ellas son la creatividad, capacidad de análisis, resiliencia frente a la dificultad, trabajo colaborativo, empatía y asertividad, apertura mental y flexibilidad, entre otras.
Además, es importante no olvidar que estas habilidades se relacionan más con aquellos aspectos sociales y relacionales de una persona, lo que ayuda a establecer una diferencia esencial con los computadores, e incluso con la Inteligencia Artificial (A.I.).
En este sentido, y teniendo en cuento lo anterior, algunas recomendaciones que permitirán a una persona “protegerse” frente al avance de la automatización en el trabajo, y no ser reemplazados por máquinas en el futuro, son el perfeccionamiento y actualización continua; contar con capacidad analítica; desarrollar las habilidades socio emocionales; comprender la razón de las cosas (el ¿Por qué?) y no sólo el hecho de actuar reactivamente; potenciar la creatividad e innovación; y dominar un segundo idioma.
El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.