Por: Tomás Houdely. CEO de Aintech
Chile asiste a la COP 27, en Egipto, movido por la idea de contribuir a la acción climática global y reafirmar su compromiso con el desarrollo sostenible, buscando llevar soluciones locales innovadoras al esfuerzo global por combatir los efectos del cambio climático.
Por primera vez, la delegación oficial chilena apoya a empresas locales que desarrollan este tipo de soluciones. Se trata de 7 empresas, entre ellas Aintech, que recogen estos atributos desde la realidad de un país pequeño, que genera menos del 1% del impacto ambiental global. Sin embargo, desarrollamos soluciones escalables que puedan ser utilizadas en todo el mundo.
El Presupuesto 2023 anunciado por el Presidente Boric contempla una inversión extraordinaria en ciencia y tecnología de casi $76 mil millones, lo que significa un aumento del 9,6% para potenciar la investigación y el desarrollo.
Suena positivo pero cuando lo comparamos con el resto de la región, Chile se ubica en el cuarto lugar de los países que más invierten en tecnología. Según información de la EAE Business School de España, es aproximadamente 50% menos que Argentina, la nación que más recursos destina a la innovación.
Este tipo de inversión es primordial para frenar el daño medioambiental causado por una explotación insostenible de recursos naturales. El 28 de julio de este año fue el día en que la humanidad consumió todos los recursos naturales que la Tierra puede producir.
Los principales contribuyentes a nuestra deuda ecológica son las industrias productivas que han tenido un “tenedor libre” ante los recursos en nombre del progreso y desarrollo humano. Es una visión que no contempla nuestro futuro a largo plazo.
La buena noticia es que las alertas se encendieron: movimientos sociales, gobiernos y ONGs están reaccionando, pero muchas de estas soluciones son reactivas, de lenta implementación o simplemente muy caras.
El cambio de fondo debe venir desde el sector privado y las industrias productivas, y no podemos cambiarlas todas de un día para otro. Es económica y socialmente imposible, ya que representa aproximadamente el 50% del PIB mundial.
Necesitamos soluciones que puedan hacer un gran impacto hoy, un cambio dramático a cómo el mundo piensa, usa y optimiza los recursos. Se trata de un cambio con soluciones tecnológicas transversales, de manera proactiva y económicamente factibles.
La pandemia del coronavirus es un buen ejemplo que muestra lo importante de mantener un buen ecosistema científico. Si en los últimos dos años se trató de una crisis sanitaria, a futuro podría tratarse de una crisis ecológica, social o industrial. La necesidad de tener una ciencia de base, vinculada con centros de estudios y entidades productivas, es esencial para cualquier sector.
Los países que más invierten en ciencia y tecnología serán los más desarrollados del mañana no porque tengan más recursos, sino porque su músculo investigativo y de ciencia recibe el apoyo del aparato público. Junto a la mentalidad innovadora de sus líderes, crean un círculo virtuoso que industrias como la nanotecnología están desarrollando desde hace años, abriendo espacios en mercados internacionales y poniéndose a disposición del desarrollo científico y tecnológico del país.
El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.