Por: Roberto Villagra Reyes. Profesor de Estado
Durante la primera semana del año se dieron a conocer los resultados de la prueba de admisión a la educación superior, rendida a fines del año 2022. La Universidad Católica confeccionó un ranking a partir de dichos resultados, llegando a establecer que, de los 100 colegios con mejores resultados, 96 son colegios particulares pagados, 3 son municipales y 1 pertenece al sector particular subvencionado.
Desde conocidos los resultados, abundan los titulares que hacen hincapié en la tremenda brecha entre los colegios pagados y los colegios municipales. Con pequeñas diferencias, entre un año y otro, reeditan la misma noticia.
Resulta difícil encontrar análisis serios que permitan dilucidar las causas de esta enorme desigualdad, en realidad prevalece el titular que nos recuerda que los colegios pagados son mejores que los municipales. A lo más, se hace un esfuerzo por ver si la brecha sigue igual, disminuyó o aumentó.
Sin la pretensión de ostentar la verdad al respecto, al menos podemos aportar a una discusión que muy pocos medios han intentado abrir, a partir de dos interrogantes;
a) ¿Es posible esperar resultados distintos a los que estamos acostumbrados y que se recalcan cada año, en esta misma fecha, de un sistema escolar que mantiene los mismos grados de desigualdad que se expresan a nivel de país, teniendo un fuerte acento en la segregación? ¿Es posible que mágicamente se disminuya la brecha, si el propio sistema amparado constitucionalmente, ha destruido la educación pública, invisibilizando el rol del Estado, como garante de derecho e igualador de oportunidades?
b) ¿Hasta cuándo se continuará omitiendo la urgencia de discutir nacionalmente el propio concepto de “calidad de la educación”, mientras se sigue insistiendo en hacer creer que el Simce y las pruebas de admisión a la educación superior realmente miden a la “Buena Educación”?.
Sin duda, urge la construcción de un concepto apropiado que interprete los valores y la verdadera importancia del acto educativo en los diversos escenarios y contextos, y por sobre todo que considere la diversidad territorial, social, económica, cultural, etc.
El problema de la segregación, la falta de un Estado garante, la violación sistemática de los derechos de las y los niños que tienen la mala suerte de nacer inmersos en esa gran mayoría de familias, cercanas al 50 % de la población que debe repartirse solo el 10 % del ingreso nacional, mientas un 1% de chilenos (as) se lleva el 30 del PIB, deben ser abordados realmente con voluntad de transformar dicha realidad.
Seguir con el mismo libreto, es parte del mismo modelo que se reproduce por décadas.