Por: Leonardo Curotto. Gerente Comercial de Ambipar Environment Chile
A propósito del Día Mundial de la Educación Ambiental, es hora de empezar a pensar que el 2023 debería ser el año de la Educación Ambiental en Chile, considerando que en menos de ocho meses entrarán en vigencia las metas de envases y embalajes de la Ley de Responsabilidad Extendida del Productor (Ley REP) que, de todas las etapas de su implementación gradual, es la que involucra más activamente la participación de los ciudadanos como consumidores finales.
Hasta ahora, el foco del aparato estatal ha estado puesto en la preparación para la implementación de la ley desde un punto de vista legal, pero es el momento de que esa estrategia dé un paso adicional hacia la incorporación de la ciudadanía, a través de la comunicación y educación de su rol en el proceso.
Desde el espíritu de la Ley REP y sus mandatos, la responsabilidad de promover la educación ambiental en la comunidad recae en los municipios, pero independiente de en quién cae la responsabilidad legal, en la práctica, los sistemas de gestión tienen una tarea significativa en este tema.
Esto, porque si los consumidores no somos correctamente educados e incentivados respecto a cómo segregar correctamente los materiales en nuestro hogar o dónde debemos disponerlos, el sistema tendrá grandes dificultades para lograr sus metas o se incurrirá en mayores costos relacionados con clasificación y separación de los residuos. Desde este punto de vista, los sistemas de gestión serán los primeros interesados en tener un sistema de educación respecto a la Ley REP.
De esta educación ambiental dependerá que los productos prioritarios que llegan a nuestras manos puedan retornar al sistema productivo en forma y condiciones que hagan factible su reutilización, reciclaje y reincorporación al ciclo de productivo. El costo y energía que deberá invertir el sistema para recuperar los materiales y acondicionarlos, dependerá directamente de la segregación y clasificación que hagamos los consumidores. De lo contrario, los sistemas deberán incorporar tecnologías y recursos que aumentarán los costos de gestión, costo que asumiremos en el valor de compra de los productos desde el mercado.
En resumen, esto es un esfuerzo conjunto que involucra a muchos actores, pero los consumidores somos el primer eslabón para que se cumplir los objetivos de recuperación establecidos, que el sistema sea sostenible y que podamos caminar con paso firme hacia sociedad cada vez más circular.