Por: Marcela Reynoso. Socia fundadora de Ofirent
Aunque el emprendimiento femenino ha avanzado en las últimas décadas, aún hay brechas que ponen a las mujeres en desventaja. En 2005, sólo un 8% de los emprendimientos en Chile eran encabezados por mujeres, mientras que la última encuesta de microemprendimiento publicada en diciembre de 2020 revelaba una representación femenina de solo 38,6% en el universo emprendedor, cifra correspondiente a menos de 800 mil mujeres.
Al mirar los índices de distribución de socios de empresas y sociedades constituidas entre septiembre y noviembre de 2022 -en el Registro de Empresas y Sociedades del Ministerio de Economía- vemos la misma tendencia: el 37,1% corresponde a mujeres y el 62,4% a hombres.
Muchas veces, la limitación para nosotras viene por el lado del acceso al crédito. Pero, cuando las mujeres nos fijamos un objetivo tenemos un gran punto a favor: la perseverancia. Aunque nos pongan barreras en la banca, echamos mano a los ahorros o buscamos otras opciones de financiamiento hasta que logramos salir adelante.
En este contexto, el estudio “Emprendimiento femenino: una perspectiva de alto impacto basada en evidencia de Chile y Perú”, liderado por investigadores de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile, es revelador. Los resultados demostraron que los negocios liderados por mujeres, al menos en dos países, se asocian a crecimiento, alto impacto, innovación y oportunidad. De esta manera, vincular el emprendimiento femenino únicamente a la necesidad de subsistencia pasó a constituir una visión retrógrada del rol de la mujer en los negocios.
Con una adecuada estrategia de innovación, nosotras podemos lograr resultados de alto impacto y eso es, precisamente, lo que estamos viendo en las emprendedoras que tienen su oficina virtual en Ofirent o que arriendan nuestras oficinas y salas de capacitación para rentabilizar sus negocios.
Hoy es más necesario que nunca incentivar a las mujeres a iniciar el camino del emprendimiento, porque podemos agregar valor y movilizar la economía al igual que los hombres, aprovechando aquellas habilidades que parecen innatas en nosotras: la perseverancia y la capacidad de ahorro.
Nadie ha dicho que emprender sea fácil, pero saber que hoy no es necesario incurrir en grandes gastos para instalar una oficina puede ser el empujón que muchas necesitan para atreverse a ser agentes de cambio.
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