Por. Tamara Morel. Business Intelligence Tech Lead en Prevsis
Según cifras de Equality Gender, solo un 16% de mujeres se gradúan en ciencias de la computación e ingeniería en el mundo; en América Latina, dos de cada 10 cargos en la industria o áreas de TI son ocupados por mujeres; y en Chile, la participación femenina alcanza el 35% en los cargos de entrada, disminuyendo a un 30% en los cargos de jefaturas y a solo 15% en los gerenciales, de acuerdo al estudio “Demanda de Mujeres en la Industria Tecnológica en Chile”, de ONU Mujeres y EY.
Efectivamente, la cantidad de mujeres inmersas en áreas de TI son mucho menores que la cantidad de puestos proporcionados por la industria, lo cual deja en clara evidencia las brechas de incorporación que aún existen hoy en día, bajo los diferentes estigmas que se presentan a la hora de las postulaciones laborales.
En ese escenario, dentro de los principales desafíos asociados a la incorporación de las mujeres en la industria TI, está el enfrentar las brechas de género que se manifiestan en distintos ámbitos de la vida laboral. Ejemplo de ello puede ser la cantidad de cargos asociados al liderazgo y la diferencia salarial, así como las oportunidades laborales en general, incluyendo aspectos más cotidianos como los roles dentro de una organización.
Todo lo anterior se encuentra sustentado en cosas transcendentales como son los estereotipos de género, los cuales persisten en todas las áreas del desenvolvimiento humano y los sectores TI no están exentos de ello.
A pesar de lo mencionado, poco a poco se han ido combatiendo dichas desigualdades con medidas como la inclusión de mujeres, las cuales hemos sido segregadas históricamente en este tipo de áreas técnicas o del saber, sobre todo en ambientes que -por los estereotipos de géneros y las creencias culturales- se asumen que son para hombres, como es el mundo de la ingeniería en general y en TI, en particular.
En efecto, las mujeres hemos tenido que generar más instancias de incorporación y demostrar que sí somos capaces de realizar labores estigmatizadas, como lo son las relacionadas con la ingeniería y ciencias, entre muchas más. Así, los desafíos pendientes pueden determinar en cierta medida un reto permanente para ayudar a combatir este problema. Ejemplo de ello puede ser un programa de inclusión educativa o entregar herramientas para poder vincularse activamente para así tener una mejor representación en niveles directivos y obtener mayor igualdad en todos los aspectos en el mercado laboral de las TI.
En lo personal, creo fervientemente que las oportunidades irán mejorando a lo largo de los años y así demostrar que a la hora de desenvolvernos en las áreas de TI tenemos una capacidad y competencias para enfrentar los desafíos que se nos presenten para contribuir y hacer de nuestra presencia un acto de igualdad de oportunidades y condiciones como una necesidad en la industria.
El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.