Por: Paula Uribe y Valeria Guidotti. Ingenieras cientistas de datos de Data Observatory
Que dejemos de ver como una heroína a una mujer graduada de Ingeniería es un anhelo que compartimos quienes hemos seguido esa carrera, motivadas por nuestro interés y habilidades para las matemáticas y la ciencia. En los últimos 10 años se ha avanzado en la toma de conciencia de la enorme brecha de género que hay en carreras del área STEM -y lamentablemente, en todos los ámbitos de la sociedad- y se ha dejado de normalizar que la presencia femenina sea minoritaria y que esto sea atribuible a factores como elección, talento y pensamiento racional, entre otros.
Entonces, han surgido acciones como la creación de cupos especiales para mujeres, programas de acompañamiento y nivelación, eliminación de prácticas sexistas en instituciones educacionales, incorporación del enfoque de género en los programas. La tarea es titánica y los resultados muestran un estancamiento si nos referimos a las cifras que presenta el informe de Brechas de Género en Educación Superior 2022, elaborado por el Servicio de Información en Educación Superior (SIES), donde no se ven cambios significativos desde el años 2018, existiendo una brecha negativa de 61%, mientras que las cifras de ingreso, permanencia y titulación son equitativas, incluso superando a los hombres en ciertos indicadores.
¿Por qué es necesario comentar este tema una y otra vez? Porque las disparidades dificultan el progreso de las mujeres como individuos, pero también limitan el potencial del área. Este es un tema de justicia social, inclusividad, igualdad de oportunidades y ruptura de estereotipos, pero también trata de la incorporación de distintas experiencias y puntos de vista para abordar desafíos complejos. Al incluir perspectivas diversas se pueden desarrollar nuevas discusiones, con distintos enfoques, y obtener soluciones que satisfagan las necesidades de una población más diversa e incluso invisibilizada.
En áreas como la ciencia de datos, existe el peligro de sesgos de género si no se examinan y corrigen los procesos. Estos procesos involucran a personas, instituciones y políticas, y al incluir mujeres en los equipos que toman decisiones sobre estos tratamientos, se pueden identificar y paliar los sesgos, garantizando resultados objetivos y equitativos. Un problema frecuente en el análisis de datos es la incompletitud de éstos, ya que desde el diseño se suelen omitir variables, generando un vacío que impide construir un contexto de forma completa y objetiva. La incorporación de diversos puntos de vista y experiencias, contribuyen a una comprensión más completa de la información disponible, y mejoran la calidad y validez de las conclusiones obtenidas en el análisis.
La inclusión de mujeres en esta área es una decisión que lleva a resultados más precisos, éticos y significativos. Ahora que las necesidades de profesionales son crecientes y se prevé que la oferta no dé abasto, desaprovechar el talento de aquellas niñas y jóvenes que no estamos siendo capaces de atraer y retener, generará un impacto negativo en el desarrollo tecnológico y científico del país.
La conmemoración del Día Internacional de la Mujer en la Ingeniería es una celebración de los logros de mujeres en este campo ante toda adversidad, pero también es una invitación a volver a mirar las cifras y seguir motivándonos a ser protagonistas en este desafío desde nuestros diversos roles, ya sea siendo una referente para niñas y jóvenes en nuestro entorno cercano, creando ambientes acogedores para nuestras futuras colegas, ayudando a construir políticas públicas, abriendo diálogo y visibilizando en nuestra familia, trabajo y comunidad, la necesidad imperiosa de no decaer en la lucha por la equidad.
El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.