Por: Baldo Prokurica, Senador de la República por la Región de Atacama
Mucho se habla de las grandes diferencias que existen en nuestro país, pero pocas veces se toman en cuenta las diferencias y el abandono de las regiones mineras, a pesar del tremendo aporte al erario nacional respecto a Santiago.
La verdad, es que las regiones mineras se quedan con poco de lo que se extrae y eso se ve agravado si se considera la implementación de un sistema de trabajo, que incluso nos está dejando sin el aporte mínimo de cualquier actividad económica, ya que lo ideal es que quienes laboran en una faena vivan y gasten sus recursos en ese lugar.
Me refiero al régimen que establece jornadas especiales, que si bien es cierto resulta muy cómodo para las empresas y trabajadores, genera una dinámica que hace, que miles de personas que laboran en nuestras regiones mineras, sólo vivan de pasada en los aeropuertos y terminales de buses.
Esto produce efectos negativos respecto a nuestro comercio, servicios y calidad de vida, entre otros, y son tierra fértil para quienes se oponen a la actividad minera extractiva, pues ésta deja poco y nada de desarrollo económico en nuestras regiones, sólo los pasivos ambientales conocidos por todos.
Es por ello, que me parece una buena idea el proyecto presentado por la diputada Paulina Núñez, el cual no apunta a terminar con este régimen laboral, ni tampoco prohibirlo, sino que condiciona la autorización, que entrega la Dirección Regional del Trabajo, a la contratación de mano de obra local. Tema que necesariamente debe debatirse por el bien de las regiones.
La presentación de este proyecto obligará a las autoridades a pensar en las regiones mineras con una mirada más amplia y no como ocurre hoy, que sólo se acuerdan de la minería cuando baja el precio del cobre o cae el crecimiento económico de Chile.
Finalmente, es difícil entender el abandono de las regiones mineras, por el centralismo, ya que Chile era un país minero antes de la llegada de los conquistadores españoles, quienes vinieron buscando oro, y que hoy -gracias a Dios- lo es y seguirá siendo por mucho tiempo.
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