Por: Alejandro Jiménez Castro, Jefe de Área Escuela de Diseño, Arte y Comunicación de AIEP Sede Antofagasta
Antofagasta, de un tiempo a esta parte comienza a teñirse de una variada oferta en torno a actividades del ámbito artístico cultural, la industria cultural, como le suelen llamar algunos de mis colegas, sin llegar a equiparar, mucho menos desplazar; pero al menos manifestarse, frente a la poderosa actividad económica productiva, por lo que Antofagasta se caracteriza. No hay que desconocer, en un comienzo, la iniciativa de agrupaciones artístico-culturales (Apech), de directivos del municipio (feria de arte, arquitectura y diseño) y de las universidades (taller “vivir el afiche polaco” un 1996 – seminario diseño y calidad de vida Universidad José Santos Ossa 2000) fueron los encargados de prender y mantener la llama de la escena cultura de la ciudad.
El emprendimiento cultural independiente, con apoyo estatal y/o privado; los museos y bibliotecas, los “Antofagasta a mil y en mil palabras”, como también el avance de las escuelas de diseño y periodismo con su capacidad emisora, han permitido que esto suceda. Imposible no mencionar al Fondart, como gran impulsador y favorecedor de este desarrollo cultural, que ha apoyado la actividad creativa en varias líneas de desarrollo artístico, fundamentalmente, en regiones donde se veía como una necesidad imperiosa incentivar a sus talentos y conocer su obra.
Estos últimos años, hemos visto como gracias a diversos incentivos públicos y privados y sin lugar a dudas “al espíritu de la época”, fueron surgiendo colectivos culturales que organizados de manera independiente o bajo el “alero” de alguna empresa productiva, desarrollan cultura y traen cultura a la ciudad, ejemplos como Ficiant, Antofadoc, semana del arte contemporáneo (saco), La Bibujona, Colectivo La Toma, Estación Cultural Antofagasta, Matta Prat, Filzic, Fiis, la presencia de la Biblioteca Regional de Antofagasta, Biblioteca Viva, museo Ruinas de Huanchaca y Balmaceda Arte Joven, entre otros; son lugares, que aparte de convocar a la ciudadana permitiéndonos vivir el arte, han sido capaces de incorporar en sus equipos a jóvenes artistas, diseñadores, periodistas y creadores, posibilitando asumir la creación y el arte como una realidad que permite vivir de él.
La suma de estos nuevos actores culturales y sus eventos, han ido mutando la fachada a la ciudad, fundamentalmente extractiva y han sentado bases de lo que es hoy el dinámico carácter artístico-cultural de Antofagasta.
Esperamos volver a ver los eventos que vimos y continuar enriqueciéndonos con los existentes; ver pasar camionetas rojas, iconos de la producción minera, entre afiches y banderines que pegados en calles y pendiendo de postes llamando a una feria de arte, arquitectura, diseño, libro, música o teatro y así continuar encontrándonos y creciendo, ya que estamos llamados a seguir creando, innovando y colaborando en la construcción permanente de esta Antofagasta cultural.
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