Por: Alberto Aguilera. Gerente Regional de Servicios de Outsourcing SONDA
Abordar un proceso de Transformación Digital (TD) representa un enorme desafío al legado cultural, organizacional y tecnológico de las organizaciones, y para obtener el máximo beneficio se debe planificar muy bien el camino, pues no todos conducen al éxito.
Según nuestra experiencia, para alcanzar la madurez necesaria para enfrentar la TD, es necesario hacerlo en varias etapas o niveles, que van a depender del nivel actual de las TI así como del talento y la capacidad de la organización para adoptar nuevas prácticas.
El primer nivel es el del “conocimiento”, que se traduce en contar con datos confiables y un registro digital de los activos de información, sus características y su historia. Esta base de conocimiento nos permite entender el comportamiento de los procesos de negocio, las aplicaciones y la infraestructura que los apoyan, las necesidades de servicios, las problemáticas más frecuentes y la forma de resolverlas, entre otras.
El segundo, es la “integración” de los activos de su organización y todos los ítems de información que es necesario conocer para su adecuada administración, que permitirá ganar niveles adecuados de disponibilidad y eficiencia. La integración permite, entre otros factores, el adecuado acceso a los procesos de negocio, así como el manejo de perfiles, políticas y reglas que permitan un acceso controlado y seguro a las plataformas de la organización. Solucionar este desafío permitirá a su empresa integrarse con el ecosistema extendido de partners, clientes y comunidad, además de permitir el control de la seguridad informática.
La “infraestructura”, física o virtual, es el tercer escalón. La plataforma virtualizada o en la nube nos permite aumentar la velocidad de los cambios, disminuyendo los riesgos de obsolescencia e indisponibilidad a un costo conocido. Sin embargo, las regulaciones de algunas industrias, por una parte, y la nueva forma de ofertar soluciones, donde la tendencia va hacia modelos de infraestructura como servicio (IaaS) antes que on premise, nos obligan a administrar soluciones híbridas, las cuales deben estar convenientemente estandarizadas e integradas, con la disponibilidad adecuada para atender los requerimientos de la TD.
La cuarta etapa alude al “modelo de servicios y gobierno”, para que se ajuste a los requerimientos del negocio y de nuestros grupos de interés, durante el transcurso de la implementación de la estrategia de TD y en el régimen posterior. Este modelo debe considerar los alcances, las coberturas y los niveles de los servicios, además de la forma en que se gobernará el nuevo mix de equipos internos, proveedores y partners que convivirán en la organización. Si bien la TD implicará que debemos hacer cosas que hasta hoy no hemos realizado, o las haremos de una forma muy distinta, también implicará que tendremos que incorporar nuevos actores a nuestro ecosistema.
La última etapa, y tal vez la más importante, es la “cultura”. La TD es vista como un gran cambio de cara al cliente, al ciudadano y a todas las entidades con las que nos relacionamos. Sin embargo, en especial para las empresas y organizaciones, es un gran cambio interno, cultural, que afecta a las personas y, como tal, es difícil de manejar si no se considera su impacto en ellas.
La tecnología no está exenta de ser un elemento más en este proceso de evolución cultural, por lo que los cambios en las herramientas, las metodologías, y procesos de negocio, la participación temprana de los grupos de interés en el diseño de los productos y servicios, la integración y colaboración entre las distintas áreas de negocio y de apoyo, y la capacidad de crear un ambiente de confianza son sólo algunas de las muestras de los cambios de paradigmas que la transformación digital requiere y que impactan fuertemente en la cultura de la organización.
En resumen, la TD implica tres factores fundamentales en su organización: la definición de una estrategia de transformación digital, la administración del cambio cultural a todo nivel y el desarrollo de una base tecnológica que lo sustente. En este último punto es donde los proveedores de servicios TI tenemos la experiencia, las capacidades y recursos para ayudarlo. En SONDA, contamos con metodologías consultivas para la evaluación de la contribución de TI al negocio, tales como: Business Value Assessment (BVA), Business Case Analysis (BCA) y Business Delivery Model (BDM) para facilitar su camino a la Transformación Digital.
El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.