Por: Christian Villegas G. Consejero Político de Evópoli VI Región
Hemos sido testigos de como han cambiado los fundamentos que prevalecían en la política chilena durante los últimos 25 años. Nada es casualidad, el fin del “bicoalicionismo” ha obligado a los partidos a reagruparse, a evolucionar y superar los viejos cuadros políticos marcados por el Pinochetismo o Allendismo que solo se alimentaron de banderas del pasado. Hoy ha comenzado el debate de ideas donde se exponen las diferencias y las coincidencias en una sociedad libre, democrática y cada vez más crítica.
Sabemos que el capital político no solo se construye de discursos y epopeyas, también se requiere práctica política. Como también hay que tener claro que la evolución de la centro derecha no se construye exclusivamente desde la discusión valórica.
Es un error creer que el único camino es construir una derecha inclinada hacia el centro, lo que Chile necesita es una derecha que esté a la altura de responder a las demandas sociales, que mantenga al frente el concepto de justicia, que tenga la capacidad de crecer a través de la diversidad y brindar espacios desde sus distintas vertientes velando por la dignidad y autonomía de de cada Chileno, logrando la transformación que brinde las herramientas necesarias para la libertad de oportunidades.
Durante 30 años la derecha chilena bipartidista entregó una imagen más bien oligárquica con una noción elitista del poder, en cambio ahora vemos una centro derecha más competitiva electoral y políticamente fortalecida desde su conexión con la realidad de la clase media, con el surgimiento de nuevas visiones un tanto más liberales al interior de la coalición. La ciudadanía comienza a percibir el nacimiento de un nuevo relato, menos acomplejado, mucho más integrador, sacando a flote una nueva y acertada bandera, “la derecha social”.
El camino ya está trazado, no hay excusas para perderse en cuanto al desafío durante los próximos años de gobierno. Algunos dicen que la coalición de centro derecha debe transformarse en “la nueva concertación”. Sin desmerecer el gran trabajo de aquellos, yo diría que debe ser más que eso, una alternativa legítima que nace desde el mérito y las ideas en una sociedad libre y democrática con proyección de expansión a mediano plazo, evitando los vicios de la política cavernaria que solo conducen a la división y al fracaso.
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