Por: Richard Andrade C. Director de Poderyliderazgo.cl
Los resultados de las presidenciales de primera vuelta para algunos fueron sorprendentes, sin embargo ratificaron una realidad que se ha instalado en la sociedad chilena, que no es otra cosa que para muchos la política resulta ajena, ya que en uno de los comicios más relevantes de la historia reciente solo un 48% de los habilitados para votar acudió a las urnas.
Las coaliciones políticas “tradicionales”, léase Chile Vamos y Nueva Mayoría, en su conjunto logran apenas un 24% de los votos en disputa, lo que significó que fueran relegadas al cuarto y quinto lugar respectivamente, fueron meros espectadores de una contienda electoral que marcará el presente y futuro de Chile.
Por el contrario, un joven diputado de regiones -sustentado en una propuesta de transformaciones y justicia social- y un político con más de 16 años ejercicio -que explota el concepto de libertad y autoritarismo a la vez- fueron los protagonistas estelares de la jornada electoral. En síntesis, dos visiones de un país, de una sociedad, que para los analistas “tradicionales” solo grafica una evidente polarización del país.
Pero en este simplista análisis se obvia a los más relevantes… a quienes no fueron a votar, que sumando y restando ganan cualquier elección. Por lo mismo, los esfuerzos de Boric y Kast se centrarán en ellos, ambos saben que ya no pueden crecer dentro de su “sector”, están conscientes que deben modificar sus estrategias y discursos para seducir a la mayor cantidad de chilenos a acudir a las urnas en el balotaje del 19 de diciembre.
Po lo mismo, las fuerza políticas de Chile se están reordenando, se dejan de lado por un momento los egos y los interés personales/partidistas para alcanzar acuerdos y enfrentar “unidos” el nuevo ciclo político que marcará los destinos del país.
Se trata de un desafío político y social mayor, que implica la capacidad de gobernar un país que quiere cambios, transformaciones tan profundas que provocaron la redacción de una nueva constitución con la esperanza de avanzar hacia más derechos (individuales y colectivos) en un marco de paz, justicia y equidad social, que sea respetuoso de las tradiciones pero que no le tema a innovar, sustentado en una estabilidad económica sostenible, con capacidad de generar empleos y constantes oportunidades para el emprendimiento y las pymes.
La tarea que tenemos por delante no es fácil, pues en el Chile actual cohabitan al menos tres generaciones de ciudadanos que no conversan, no se entienden ni se respetan. Cada una de ellas se siente dueña de la verdad, cada una de ellas tiene sus propios miedos y traumas, pero las tres quieren vivir en una sociedad ideal.
Pero esta sociedad ideal requiere de ciudadanos ideales, autoridades ideales, y todo eso parte por ir a votar. Pasa por recuperar el bien público, la ética y responsabilidad ciudadana en su más amplio espectro y convicción.
Hoy los chilenos, ante esta segunda vuelta presidencial, debemos pensar en Chile, en nuestros hijos y nietos, debemos dejar de lado el individualismo y egoísmo, la corrupción y la impunidad, prácticas que hemos soportado y avalado sin pudor ni cuestionamiento alguno y que nos ha llevado a tener una alternativa presidencial que va precisamente por el camino contrario de aquello que anhelamos y merecemos como sociedad.