Por: Margarita Ducci. Directora Ejecutiva Red Pacto Global Chile ONU – UNAB
El acceso, la integración y la permanencia de las mujeres en la fuerza de trabajo y especialmente en posiciones de liderazgo, es un desafío y una deuda pendiente que mantienen los países desde los movimientos de liberación femenina durante el siglo XX.
Es un tema dinámico, que cada año cobra más fuerza haciendo que las empresas paulatinamente tengan que autoexaminarse, independientemente de su rubro, abriendo la generación de nuevas iniciativas y políticas que promuevan mejores condiciones laborales, eliminando factores de discriminación por género.
Algo hemos avanzado, si consideramos que durante los últimos 25 años se han incorporado 2,4 millones de mujeres al mercado de trabajo chileno, y aumentado sus tasas de participación del 31% en 1990 al 48,3% en el 2016. Sin embargo, Chile sigue siendo el país con la octava participación femenina más baja en comparación con las naciones de la OCDE y uno de los peores posicionados en brecha salarial y acceso de mujeres a altos cargos directivos.
El Foro Económico Mundial ha mandado una señal de alerta, advirtiendo que países como Chile no están obteniendo un retorno óptimo sobre la inversión del nivel de educación de sus mujeres, debido a factores culturales, estructurales y laborales.
Acciones como cuotas de participación, reducción de las brechas salariales de género, conciliación de vida familiar y laboral, corresponsabilidad y la disminución de barreras en las oportunidades de ascenso de las mujeres en las empresas, son factores clave para aumentar la participación laboral femenina. Ante esto, es necesario innovar generando prácticas propias de acuerdo con las características y necesidades de cada compañía y sus colaboradores.
La representación femenina en los gobiernos corporativos de las grandes empresas transadas en la bolsa chilena alcanza solo un 6,9% y ninguna es presidida por una mujer, empeño en el cual estamos junto a la Bolsa de Santiago.
Chile fue el primer país de América Latina en poner en vigencia una certificación para este tema, con la norma 3262. Sin embargo, son muy pocas las empresas que a la fecha se han certificado, por lo que hay mucho por hacer. Las posibilidades son infinitas, tenemos al frente un abanico de posibilidades para hacer lo correcto y podemos lograrlo si aunamos nuestras voluntades.
El día que tengamos éxito con este desafío, nos daremos cuenta de que somos un mejor país y que hemos recuperado una gran cantidad de talento, hoy desaprovechada.
El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.