¿Cuáles son las potencialidades de las energías marinas en Chile?, ¿cómo se proyecta la integración de inteligencia al sistema eléctrico nacional para aumentar la flexibilidad por el aumento de las renovables?, ¿cuál es la política nacional de innovación? y ¿cómo surge la producción y cuáles son las aplicaciones del “hidrógeno verde”?, fueron los tópicos analizados por expertos multisectoriales, en el marco del Mes de la Energía del Colegio de Ingenieros de Chile
Gonzalo Tampier, investigador del MERIC, Marine Energy Research and Innovation Center, abordó el desarrollo en Chile de las energías marinas: mareomotriz, undimotriz y eólica flotante y las tecnologías posibles. “Nos interesan por los 5.500 km de costas que tiene Chile. Entre la II y X región existe un potencial energético interesante. La undimotriz aprovecha el oleaje, la mareomotriz se apoya en poder predecir mareas con años de antelación, la energía eólica marina tiene mejor perfil de eficiencia que en tierra, si bien en Chile están recién comenzando a estudiarse. Todas cuentan con tecnologías robustas que deben soportar el medio marítimo”, precisa el académico de la Universidad Austral de Chile.
Sabemos, que la energía marina compite con la solar, eólica y geotérmica, y su desarrollo ha sido lento. Aquí, la convergencia tecnológica es muy importante, ya que las condiciones son distintas. “El mundo marítimo es desafiante: presenta agua salada, oleajes, corrientes, biofouling, costo más alto por hora barco para instalación y mantención, tripulación, astilleros, alto grado de regulación internacional y organismos técnicos. Requerimos de más I+D+i, nuevas tecnologías, materiales, plataformas multiuso, importantes economías de escala y de un mecanismo de aprendizaje con mirada estratégica”, comenta Tampier, quien además sostiene que los mayores desafíos de Chile en la materia son: las limitaciones con la infraestructura portuaria, adaptar técnicas de instalación, características especiales del oleaje operacional, aunque también cree que hay grandes oportunidades en la cadena de suministro y correspondiente bajada de costos. “Podemos generar energía marina a un costo inferior al costo medio para el mundo. Estamos recién comenzando, con estrategias de escalamiento. Este es un trabajo multidisciplinario, transversal y colaborativo”, concluye el investigador.
Flexibilidad en el sistema eléctrico nacional
Por su parte, Ernesto Huber, Gerente de Operación, Coordinador Eléctrico Nacional, abordó los desafíos de la integración de inteligencia al sistema eléctrico nacional para aumentar la flexibilidad por el incremento de las renovables, quien señaló que Chile posee un sistema eléctrico con características únicas de 3.100 kilómetros de transmisión longitudinal, de Arica a Quellón. “Los desafíos operacionales de integración ERNC, con un gran potencial solar, eólico e hidro, pasa por el control de rampas, una vez que el sol se pone por las tardes. Hoy las ERNC aportan sobre 4.000 MW, lo desafiante es que, en demanda mínima, se pueda gestionar y coordinar la operación. Habrá que ver si el sistema tiene la inercia necesaria. El futuro control de rampas en el mundo es de hasta 14 mil MW/h”, explica Huber, quien señala que, en el concierto internacional, la flexibilidad es una preocupación importante. “Algunos días en el Norte podemos llegar a participación de 30% en energía renovable variable. Por ello, debemos estudiar las medidas futuras, las herramientas para entender cómo se podría operar un sistema para que funcione “power electronic”. Dada la operación en la zona norte, la participación de ERNC variables puede llegar al 80%. Los desafíos son flexibilidad del sistema, transmisión, interconexiones regionales e utilización de automatismos e inteligencia”, precisa.
Huber señaló además, que los próximos desafíos son: mercado de servicios complementarios, SSCC, que son también una oportunidad para ER-V, incorporar para este 2019 más eólicas y fotovoltaicas, generación distribuida y sistemas de almacenamiento y la descarbonización, donde también los sistemas de almacenamiento en baterías juegan un rol fundamental y donde aportarán a la inercia en el sistema también las centrales de bombeo y la concentración solar de potencia. “Ser 100% power electronic es una situación factible en nuestro sistema eléctrico nacional, con una multiplicidad de recursos, donde está también la capacidad de transmisión. La mirada tiene que estar puesta en todas las tecnologías y considerar el abanico de soluciones”, concluye.
Innovación aporta valor agregado y disminuye la inequidad
La política nacional de innovación en tiempos de transición energética fue abordada por Ángel Caviedes de la División de Prospectiva y Análisis de Impacto Regulatorio del Ministerio de Energía, quien comentó que es necesario analizar el alcance de las tecnologías emergentes, ya que muchas se instalan y mueren en periodos de tiempo menores, con énfasis en la urgencia de la regulación y normativa de las tecnologías. “¿Por qué el sector público se involucra en la innovación?, para promover tecnologías para dar valor agregado y no sólo depender de los comodities, empuje a la prosperidad económica y mermar la inequidad. La innovación pasa por una colaboración sistémica: pública, privada, academia, con interdisciplinariedad e innovación pública. Tenemos que conversar todos los involucrados y generar relaciones de confianza con una mirada de largo plazo”, sostiene Caviedes.
Aplicaciones del hidrógeno verde
Rodrigo Vásquez, Asesor Senior del programa 4e de la GIZ, abordó el “hidrógeno verde” en Chile, desde la generación, usos y perspectivas, considerado como vector energético en forma de moléculas. “El <hidrógeno verde> es un elemento químico que se genera por electrólisis de agua a partir de electricidad renovable y posteriormente permite a través de síntesis convertir esa energía eléctrica limpia en energía química de moléculas como metano, metanol, bencina o amoniaco. Estas últimas moléculas permiten guardar esa energía renovable variable p.ej. de plantas fotovoltaicas o eólicas en combustibles fáciles de almacenar por mucho tiempo, usarla en vehículos actuales, e incluso exportarla a gran escala”, sostiene. Así hoy se puede almacenar energía eléctrica limpia en forma de electrones en baterías (para electromovilidad), o en forma de moléculas como hidrógeno, H2, para electromovilidad basada en celdas de combustible. Actualmente el hidrógeno es competitivo en transporte cuando se necesitan grandes autonomías.
El hidrógeno es un gas, el más liviano de todos, que tiene mucha energía en términos gravimétricos, pero no volumétricos. En el mundo se producen 70 millones de toneladas anuales de hidrógeno, pero en la mayor parte a partir de gas natural, lo que se considera hidrógeno negro por sus altas emisiones de CO2. Es interesante hacer notar que Japón se ha declarado ‘sociedad del hidrógeno’ y al 2020 quieren llegar a tener 40 mil autos que operen con éste combustible limpio, ya que cuando se necesita mayor autonomía en vehículos, el hidrógeno es la respuesta más económica. Mientras que, los potenciales usos indirectos del hidrógeno que se visualizan en Chile son: amoniaco, fertilizantes y explosivos mineros, los usos directos como vector energético se dan en transporte terrestre como en la minería, logística, almacenamiento y exportación de gas. “Apostamos al <hidrógeno verde> y sus nuevos usos. En costos tendremos un hidrógeno verde a unos dos dólares el kilo en Chile, en suma, energía barata y limpia, que nos lleva a definir ahora una estrategia del hidrógeno en Chile, y a trabajar aceleradamente en una normativa que Chile no tiene aún”, concluye Vásquez.