Por: Víctor Pérez Varela. Senador por la Región del Biobío
A cuatro meses de que el proceso de instalación de la nueva Región de Ñuble llegue a su fin, y comience una nueva etapa ya propia como Región, hay realidades que más que enfrentar, hay que asumir, potenciar y desarrollar por el crecimiento sostenido al mediano y largo plazo, para una Región que comienza a caminar de manera independiente.
Las cifras hablan de que la Región de Ñuble es la Región con la más alta taza de ruralidad del país por sobre la Región de la Araucanía, superándola en casi 2 puntos porcentuales (30,6% versus un 29,1%); sin embargo, en ningún caso significa una realidad negativa, no ser una zona urbana puede tener sus contras, pero también tiene sus virtudes y ventajas.
La realidad nos indica adonde debemos enfocarnos como Región, y adonde queremos apuntar para generar la potencialidad de Ñuble que necesita y se merece. Esa área en específico y en lo particular es la agricultura. La Región de Ñuble debe ser sin duda alguna, la zona con las tierras más fértiles del territorio nacional para el desarrollo de esta actividad, no sólo para la necesidad regional o nacional, sino para el ámbito de la agricultura de exportación.
Las cifras entregadas por el Censo realizado el año pasado, que señalan la alta ruralidad de la ahora Región, nos permitirá como gobierno, generar una serie de políticas públicas más específicas y dirigidas, tendientes a generar potencialidad desde el mundo rural y así mejorar la calidad de vida de los habitantes de Ñuble y de comunas como Ñiquén, Ránquil y Ninhue que son las que a nivel regional presentan las más altas tazas de ruralidad.
El desafío está presente frente a nosotros, las cifras lo señalan y lo demuestran, por lo tanto, es nuestro deber como Gobierno el desarrollar políticas, proyectos y leyes que apunten a generar inversión, aumentar la productividad y que todo esto se traduzca en una mayor y mejor generación de empleos para la Región rural de Ñuble.
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