Por: Sergio Aravena Flores. Concejal de Olivar, Región de O´Higgins. Director de contenidos “Chile en Marcha”
Vivimos en un país donde el Estado respecto a nuestros deberes nos trata y exige como adultos, pero acerca de nuestros derechos y libertades, generalmente se nos impone mirándonos como niños.
Muchos hacen gárgaras en encendidos discursos seudopopulistas sobre la defensa de la Propiedad Privada y las Libertades, pero en la práctica, en estos aspectos somos constantemente sobrepasados y atropellados.
Hay decenas de materias que justifican lo afirmado en el párrafo anterior, no obstante solo me referiré ahora a lo que es NUESTRO patrimonio personal. Sin desconocer la loable inspiración de la Ley de Filiación que constituyó un avance y una gran justicia que igualó y protegió los derechos de hijos legítimos e ilegítimos, sin desconocer tampoco la debida defensa y protección de los niños, creo que nuestra legislación en materia de herencias es invasiva, hasta el extremo de poder calificarla como una vulneración de nuestros derechos individuales.
Estoy absolutamente de acuerdo que un porcentaje de nuestro patrimonio personal se garantice a nuestros herederos, descendientes MIENTRAS SEAN MENORES DE EDAD, pero no me parece aceptable que las actuales leyes OBLIGUEN a cierta proporción predeterminada de herencia y un porcentaje mínimo de “libre disposición”.
Siento que es un derecho personal, que el patrimonio de cada persona, dinero y/o bienes, puedan ser objeto de un libre destino mediante un testamento sin restricciones. En países desarrollados, cualquier ciudadano puede ser nuestro heredero, es más, puede también serlo una institución y hasta una mascota.
Creo que debemos avanzar hacia una Libertad de Herencia, donde sean las personas quienes libremente y en pleno uso de sus facultades mentales, decidan sobre su patrimonio. A modo de ejemplo, dentro de lo que es cotidiano, hay decenas de familias donde uno de sus miembros ha sido objeto de abandono, maltrato y/o discriminación, entonces no es justo que a su muerte, quienes lo dañaron o excluyeron, se beneficien de su herencia.
A la inversa, tampoco hay justicia en que quienes cuidaron y amaron a una persona, cualquiera sea su tipo de vínculo, no puedan ser herederos en la proporción y medida que desea el poseedor del patrimonio, porque si hay descendientes (aunque sean mayores de edad e independientes económicamente) la ley los privilegiará en contra de lo deseado por dicha persona.
Insto a los parlamentarios a analizar y apoyar esta necesaria forma de Libertad, en virtud de la soberana determinación de las personas, sus vivencias, emociones y lo que constituye su real voluntad, solo salvaguardando a menores cuando ellos existan, pero garantizando a cada ciudadano ser absolutamente dueños de su destino y de su personal decisión.
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