Por: Gonzalo Prieto Navarrete. Sociólogo. Máster en Medio Ambiente, Dimensiones Humanas y Socioeconómicas de la Universidad Complutense de Madrid. Concejal de la comuna de Alto Hospicio
La migración es un fenómeno por el cual las poblaciones atraviesan a lo largo de su historio con menor o mayor intensidad. Chile lo ha hecho en esta última década por varias razones de origen económico, político, cultural, expectativas sociales y contexto internacional. No sólo hemos recibido una cantidad importante de población migrante del entorno del continente americano, sino que también de Europa, e incluso de Oriente.
Sin embargo Chile, lo sabíamos, no contaba ni con infraestructura institucional, ni con recursos dedicados y menos aún con políticas públicas que dieran cuenta de una mirada concreta sobre cómo iba el país abordar el fenómeno migratorio. Es por ello, que en los últimos gobiernos avizorando las dificultades se habían tomado una serie de medidas administrativas que tenían como propósito detener o regular de mejor manera la migración. Con todo lo anterior, la mirada fue puesta centralmente en la cuestión de regulación de oferta y demanda poblacional, y con pequeñas excepciones sin política pública hacia las y los migrantes.
El año 2014 fui nombrado por la Presidenta Michelle Bachelet Gobernador de la Provincia de Iquique, y como tal era el jefe de servicio de la extranjería en un territorio donde el más del 10% de la población es migrante. Nuestra historia, nuestra condición de país transfronterizo y nuestra propia identidad cultural nos hacen abordar la migración desde otra dimensión de análisis, desde incluso otra perspectiva de vida. Me atrevo decir incluso que debemos ser por lejos uno de los lugares del país con mayor proporción de personas de religión musulmana de Chile.
Fue entonces que creamos la primera mesa ciudadana de migración de Chile, un esfuerzo local para abrir la conversación entorno a la cuestión migratoria vista desde el territorio, y donde participaron las más diversas personas e instituciones vinculadas al área. Colectividades migrantes, servicios públicos, cónsules, empresarios, juntas vecinales, ONGs, iglesias, PDI, entre otros que estuvieron dispuestos a dar su aporte. Desde allí se genera un apéndice de la mesa que consistió en una mesa técnica de migración con el propósito de ir desatando nudos y reduciendo brechas administrativas que dificultaban la integración de las y los migrantes en la provincia de Iquique.
El proceso, al menos hasta el 2015, culminó en el primer seminario sobre migrantes de alta convocatoria y luego el desarrollo de un proyecto de integración y formación de funcionarias y funcionarios públicos en temas migratorios en los diferentes servicios, jardines infantiles, escuelas. El otro objetivo, que no ha logrado del todo ha sido el fortalecimiento de las organizaciones migrantes. Porque qué duda cabe, que la migración es un tema que deben liderar los propios migrantes y no ser tutelados por los nacionales, existiendo entonces una relación de horizontalidad y cooperación mutua.
El gobierno de la Presidenta Bachelet a través de su Director Nacional de Extranjería el señor Rodrigo Sandoval, generó espacios y cambios administrativos que permitieron dar mayor y mejor respuesta a los temas migratorios. De aquí se destaca las visas por razones laborales y el proceso de consulta ciudadana para la generación de una nueva ley migratoria que consulto a organizaciones migrantes, académicos, instituciones y organizaciones gubernamentales de todo tipo.
Todos estos esfuerzos no parecen haber sido tomados en cuenta de acuerdo a los últimos anuncios del gobierno de Sebastián Piñera sobre la nueva ley migratoria. Si bien todos hemos estado de acuerdo en valorar que se abra una discusión en el congreso sobre esta materia, los anuncios administrativos y las declaraciones de miembros del gobierno y el parlamento de ChileVamos hacen deducir con claridad que lo que se busca no es discutir en profundidad la situación, menos aún mirar con prospectiva las consecuencias que genera la migración en Chile y cómo la abordaremos de manera inteligente y eficaz, sino que existe una voluntad y ánimo de segregar, discriminar y entender la migración como una amenaza.
Las medidas anunciadas no dan cuenta de la experiencia nacional e internacional sobre lo que han generado dichas decisiones. Las prohibiciones o intentos de desincentivar el ingreso al país, como otras prohibiciones lo que generarán es mercado negro, trata de personas y más gasto para el Estado persiguiendo estos delitos.
Desde las regiones, principalmente aquellas que albergamos una tradición migratoria y tenemos flujos importantes en nuestra población, debemos ser capaces de levantar propuestas desde el territorio con acento en la perspectiva humana del fenómeno y que la regulación y la nueva ley atienda de verdad a la realidad que vivimos no sólo para los que llegan o han llegado, sino para las nuevas generaciones de chilenos hijos de migrantes que muy pronto comenzarán golpear la puerta de la sociedad con fuerza si estos no han logrado ser integrados apropiadamente.
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