A sus 38 años, casado y con tres hijos, estudió mecánica, especializándose en máquinas y herramientas, y un día, pensando en emprender y ser el principal gestor de su futuro y el de su familia, incursionó en el arte, pero no en cualquier forma de creatividad, sino una muy especial, el arte en cuatro ruedas, su metamorfosis como el mismo la llamó
Este santiaguino de nacimiento y colchagüino por elección, vive desde hace 8 años en San Fernando, en la Región de O’Higgins, y conversó con Poder y Liderazgo sobre su convicción de cómo debe ser un emprendedor y cómo se superan los momentos difíciles.
“Tengo estudios formales e informales, pues siempre me estoy preparando, en especial en lo que a arte se refiere, y en San Fernando encontré mi futuro”. Y claro que ha sido así, pues en la capital colchagüina se ha hecho conocido por su emprendimiento, llamado Metamorfosis, “que nace a raíz de una mezcla entre necesidad y aspiración. Siempre me han gustado los autos, tengo más de 12 años de experiencia en el rubro, específicamente en la parte estética y hace poco más de un año que decidí dedicarme a la restauración y personalización de ellos”.
Pero… ¿Cómo llegas a ello?
“Luego de darme cuenta de que muchos clientes del taller en donde trabajé durante tres años, se quejaban de que eran muy pocos los talleres que recibían autos antiguos, y que cuando los recibían, no hacían los trabajos con la responsabilidad necesaria y tampoco cumplían con las expectativas en el resultado final. Y para ser sincero, el taller en el que yo trabajaba no era la excepción”.
“Fue así que vi este nicho, y me armé de valor y me di el impulso para partir. Y es así como he logrado restaurar autos que estaban perdidos, como una chevrolet que hoy está en las calles con la prestancia de sus mejores años”.
¿Fue difícil?
“Creo que siempre lo es, pero hay que tener ganas de emprender. Así que me conseguí un dinero con el cual levanté un taller en un patio trasero que me facilitaron. Ahí solo cabía un auto y por lo largo del proceso de restauración de cada vehículo, los clientes debían esperar varios meses para poder llevarme sus proyectos”.
“Hoy eso ha cambiado para mejor. Hace tres meses me cambié a un taller más grande, y ahí debo agradecer la ayuda de un cliente que estimó mucho y que ha sido parte importante en este proceso tan bello como sacrificado”.
“Si bien al principio la idea de ser mi propio jefe, manejar mis tiempos, ganar más dinero, hacer lo que me gusta, era lo que me ilusiona, pero entendí que es precisamente eso, una ilusión, que hay que atesorar pero con los pies en la tierra, puesto que para emprender en lo propio, hay que trabajar mucho más tiempo, sacrificar momentos familiares importantes, postergar gustos personales, y muchas otras cosas, y no se ve la retribución económica que uno esperaría. Hay que hacer de todo, incluso lo que no nos gusta. Pero al final del camino se saborea el gusto de hacer lo que uno ama”.
“Cuando te enfrentas a una presión constante en todos los ámbitos de lo que un emprendimiento requiere y sientes que nada está funcionando como lo pensaste, que todo se hace doblemente difícil, que las horas se van sin sentirlas y al final del día el saldo es negativo, entendí que hay que darse más ánimo, comprender que es solo una percepción equivocada, porque todo esto finalmente es parte de una recompensa que está reservada sólo para quienes logran perseverar”.
“Para posicionarme en esto he tenido que ser muy meticuloso en mi trabajo, obsesivo dice mi esposa, quien siempre ha sido un pilar junto a mi bella familia, padres, hermanos y amigos”.
¿Por qué llamas Metamorfosis a tu emprendimiento?
“Le llamé así porque nunca me convenció Artmachine, que fue el primer nombre del taller y después de pensarlo un buen tiempo me decidí por Metamorfosis, ya que lo que hago en los autos es un cambio de aspecto. Los transformo. Por ejemplo con aerografía he logrado darle personalidad a varios autos, donde mis clientes buscan que sus vehículos sean únicos y los representen de alguna forma”.
“Un tigre en un capó, un cementerio en un tanque de bencina, un águila en la parte trasera de un auto, lo que se te ocurra, aquí no hay límites”.
El valor de un cambio
“No ha sido fácil hacer valer realmente mi trabajo económicamente, pues muchas veces las personas no están dispuestas a pagar lo que vale darle metamorfosis a sus autos, pero doy gracias, pues tengo clientes que aprecian mucho mi trabajo y de a poco, en la medida que el proyecto va avanzando, se dan cuenta de lo que significa realmente todo el proceso. Entienden el valor del cambio”.
“Otra ayuda importante en mi carrera ha sido el financiamiento por parte del Fosis, gracias a ellos adquirí aerógrafos e insumos, luego vino capacitación en diseño y por último, la implementación de más herramientas. Así he podido complementar mi trabajo, ofreciendo desde el pintado de una pieza, hasta una aerografía o una pintura enteramente personalizada y, por supuesto, una restauración completa, lo que significa desarmar el vehículo totalmente y empezar desde el chasis, reconstruir partes comidas por el óxido, desabollar piezas golpeadas por los años, prepararlas y pintarlas, todo esto a gusto completo del cliente”.
“En ocasiones me piden la opinión y yo les realizó un diseño, como el del tigre, basándome generalmente en sus gustos. Ahí analizamos varias opciones hasta quedar conformes con la decisión”.
Definitivamente para Miguel Pinto no hay auto que no merezca una metamorfosis, un nuevo comienzo como él les dice. “Tengo varios proyectos en mi taller, donde hay, por ejemplo, un volvo del año 66, una ford ranchero del 70, una chevrolet c10 del 71”.
¿Algún proyecto que te apasione?
“Todos son muy especiales, pero en particular hay uno, un vespa 400 de año 56. Lo singular de este auto es que solo quedan dos en Chile, uno restaurado y este que pronto saldrá a las calles como en sus mejores años”.
“Ello me pone muy contento por la confianza y el desafío que se me otorga”.
¿Qué consejo darías a otros que como tú se están atreviendo a dar el paso?
“Que mantengan siempre la convicción en su meta, quizás todo esto suena a discurso repetido una y otra vez, pero es así, no hay otra receta”.
“Creo que nuestra imaginación, nuestros sueños y nuestros deseos nos ponen a prueba, esquivándonos hasta el punto de desalentarnos una y otra vez, pero si nuestra convicción se mantiene firme, estos al final nos acariciarán con la realidad de que se han cumplido”.
“Para ser honesto, yo aún sigo perseverando, sigo aprendiendo, sigo cansado, pero con la convicción clara”.
Conversar con Miguel Pinto, el hombre tras la metamorfosis de los autos, y ahora también de motos, es apasionante, pues vibra con lo que hace, y no solo hay talento, sino mucho corazón, y sin duda que ahí está la base de un emprendedor que no solo está cambiando y mejorando los coches antiguos, sino su propio futuro y, con ellos inspirado a muchos otros emprendedores de regiones a trabajar con pasión y perseverancia diaria para concretar su sueños.