Por: Pedro Damjanic. Vicepresidente de Minería de Finning Sudamérica
Si bien la actividad minera en nuestro país se remonta a la época previa de la llegada de los españoles, –y existen vestigios de los objetos decorativos realizados por los indígenas–, lo cierto es que esta labor se inició de manera más profesional en 1838, con la llegada a Chile del sabio polaco Ignacio Domeyko, quien fue contratado por el Gobierno como profesor de mineralogía y química en Coquimbo, a fin de impulsar el desarrollo minero e incorporar las nuevas tecnologías que se habían desarrollado en el viejo continente.
El que la minería ha ido de la mano de nuestra historia se refleja también en los innumerables pueblos fantasmas, como Humberstone y Santa Laura, que es posible apreciar especialmente en el norte del país, los que dan cuenta de nuestro pasado salitrero a fines del siglo XIX y en las primeras décadas del siglo XX.
Si de hazañas se trata, las de nuestros mineros y su sacrificada labor están plasmadas en diversos textos a lo largo de la historia, como los poemas de Carlos Pezoa Véliz (1912), Pablo Neruda (1950) y Pablo de Rokha (1961), o en cuentos y novelas de autores como Baldomero Lillo en su obra Sub-Terra, Baltazar Castro en “Sewell” y más recientemente por Hernán Rivera Letelier en sus novelas sobre la pampa nortina, como son “La Reina Isabel cantaba rancheras”, “Los trenes se van al purgatorio”, “Fatamorgana de amor con banda de música” y “Santa María de las flores negras”.
La imperante necesidad de coordinar y organizar la explotación de los recursos minerales del territorio chileno, hizo necesario contar con un ministerio especializado, razón por la cual el 21 de marzo de 1953, durante el segundo Gobierno del Presidente Carlos Ibáñez del Campo se creó el Ministerio de Minas, que a los pocos meses, y en virtud a una nueva norma, entregó al Ministerio su actual denominación de Ministerio de Minería.
Sin embargo, los principales yacimientos cupríferos de Chile –que ya en 1870 es el primer exportador de cobre del mundo y que hoy es reconocido como el principal productor de este mineral a nivel global–, fueron explotados por capitales estadounidenses hasta antes de la chilenización y de su posterior nacionalización en el año 1971, dando paso a la creación de la Corporación Nacional del Cobre de Chile, que fue formalizada por decreto el 1 de abril de 1976.
Pero la importancia que tiene la minería para el país y los chilenos es un hecho que fue ratificado el año 2015 al conocerse los resultados que arrojó la encuesta realizada por la Commonwealth Scientific and Industrial Research Organisation (CSIRO) de Australia, organismo que concluyó que la mayoría de los entrevistados ven a esta actividad como un pilar económico central y necesario para Chile.
En el fondo los chilenos estamos conscientes de que la minería es parte de nuestra identidad como nación, y por ello, en un acto de justicia, en el año 2009 se publicó la Ley N° 20.363 que estableció el 10 de agosto de cada año como el Día Nacional del Minero, fecha que recuerda la celebración de San Lorenzo, quien es considerado el patrono de la minería. De esta forma, Chile rinde homenaje a las más de 197.000 personas se desempeñan en el sector minero, de acuerdo a las cifras entregadas por el Ministerio de ramo.
Hoy, cuando estamos saliendo de la crisis que afectó a la industria en los últimos años, es preciso mirar con esperanzas el futuro, pues aunque las dificultades no han terminado del todo, es prioridad mejorar la productividad y abrir las puertas a una nueva fase de expansión que nos obliga a superar los desafíos que se puedan ir presentando, para que, con nuestro trabajo, la minería continúe siendo el principal motor del desarrollo de Chile.
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