La nueva normativa impulsará la transición hacia el uso de la luz cálida, con restricción en la emisión de luz azul. Se contará con límites diferenciados para todo el país y para las denominadas Áreas de Protección Especial
La ministra del Medio Ambiente, Maisa Rojas, presentó la nueva norma lumínica que regirá a lo largo de todo el país y que regulará, por primera vez, los avisos y letreros publicitarios para disminuir los impactos negativos que pueden generar a la salud de las personas al, por ejemplo, afectar el sueño.
En una actividad realizada en la Plaza de la Aviación de Providencia, la ministra Rojas, acompañada de la jefa de Fiscalización de la Superintendencia del Medio Ambiente, Claudia Pastore, explicó que la norma exigirá que a partir de la 00:00 horas y hasta las 07:00 de la mañana, las pantallas permanezcan apagadas. Además, para las nuevas pantallas que se instalen se les exigirá un límite de emisión. Asimismo, establecerá mejoras para el alumbrado de exteriores como el de calles, plazas, industrias, estadios y canchas de barrio.
“Sabemos que la contaminación lumínica, producida por la luminosidad artificial, puede afectar a la ciudadanía. Chile contaba con una norma lumínica centrada en evitar los impactos en la observación astronómica y solo en el norte del país, pero como Ministerio del Medio Ambiente decidimos generar una nueva regulación que estableciera medidas adicionales para proteger la biodiversidad y, por supuesto, la salud de las personas. Además, operará a lo largo de todo el territorio nacional”, detalló la ministra Rojas.
La normativa será publicada este 18 de octubre y se entregará un plazo de un año para la obligación de apagado sea obligatoria, dando tiempo suficiente para que dichas fuentes emisoras puedan adecuar su operación, dando cumplimiento a la nueva norma lumínica.
La jefa de la División de Fiscalización de la Superintendencia del Medio Ambiente, Claudia Pastore, comentó que “esta norma tiene como principal objetivo el fortalecimiento del control preventivo de la adecuada iluminación. Esto se logra a través del trabajo coordinado con organismos como la Superintendencia de Electricidad y Combustibles (SEC) y los municipios. La SEC debe autorizar los laboratorios que certifican el cumplimiento normativo de los productos que se comercialicen y los municipios deben autorizar la instalación de los productos certificados”.
Añadió que “en concreto, la Superintendencia del Medio Ambiente fiscalizará los distintos aspectos de la norma: dirección de la luz, color de la luz y los niveles de iluminación. Si bien, la norma rige para todo el territorio nacional, esta tiene restricciones en ciertos territorios, como por ejemplo para áreas protegidas para la biodiversidad y, sobre todo, para las áreas de interés astronómicos de nuestro país”.
Detalles de la norma
Dado que la luz blanca fría es la más contaminante, la nueva norma lumínica impulsará la transición hacia el uso de la luz cálida, con restricción en la emisión de luz azul. Se contará con límites diferenciados para todo el país y para las denominadas Áreas de Protección Especial.
Estás zonas especiales serán tres. Primero, las con valor para la observación astronómica con fines de investigación científica. Segundo, áreas de Protección de Biodiversidad o Áreas Protegidas como Parques Nacionales, Reservas, Santuarios de la Naturaleza, entre otros. Tercero, zonas de reproducción y comunas con mayor impacto en especies amenazadas por la contaminación lumínica, señaladas expresamente en un Plan de Recuperación, Conservación y Gestión de Especies (Plan RECOGE), elaborado por el Ministerio del Medio Ambiente.
La contaminación lumínica es producida por la luminosidad artificial, que, por su distribución espacial, niveles o color produce impactos en la observación del cielo nocturno, en la biodiversidad y en la salud de las personas. Algunas expresiones más comunes de la contaminación lumínica son el brillo del cielo sobre las ciudades, la luz que ingresa desde la calle a un dormitorio, un cartel publicitario que encandila a los conductores y transeúntes, entre otros.
Producto de esta contaminación, cerca del 83% de la población mundial viven bajos cielos contaminados y en Chile, solo el 1% de la población vive en zonas con cielos oscuros. Además, se estima que la contaminación lumínica aumenta en un 2% anualmente.