Por: Carlos Cantero O. Geógrafo, Master y Doctor en Sociología. Académico, conferencista y pensador laico chileno, estudia la Sociedad Digital y la Gestión del Conocimiento
Uno de los elementos más trascendentes en la caracterización de las personas es lo referido a su estado o nivel de conciencia. Refiere a la capacidad para percibir el universo y todo lo que nos rodea, distinguiendo entre lo interior y lo exterior. Desde el fondo del tiempo las personas han elevado su conciencia buscado respuestas a las grandes preguntas: ¿Qué somos?, ¿De dónde venimos? y ¿Hacia dónde vamos?.
Vinculado a estas interrogantes al antiguo aforismo griego “Conócete a ti mismo”, que estaba escrito delante del templo de Apolo (Delfos), deidad del panteón griego vinculado con la verdad y la luz (conocimiento). Sócrates en su filosofía es el máximo referente en el uso de este aforismo, enseñando a sus discípulos la necesidad de gobernarse a si mismo; la importancia del pensamiento como base de la vida; la permanente búsqueda de la sabiduría, más allá del conocimiento.
Es necesario distinguir entre conciencia y consciencia, ya que en su utilización cotidiana se observa confusión. Ambos conceptos son esenciales para entender la vida y a que se refiere el trascendente llamado a expandir, ampliar o elevar la conciencia.
En términos generales, la conciencia, es la capacidad para reconocer las distinciones entre el bien y el mal, la coherencia moral y la consecuencia ética. En cambio, la consciencia, es un concepto más amplio, que refiere a la capacidad para reconocer y percibir el entorno, es el acto síquico por el cual el individuo reconoce y toma conciencia de una situación.
En el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (RAE), encontramos luces para comprender ambos conceptos, sus distinciones y semejanzas:
Conciencia, de raíz latina “conscientia”, que significa “conocimiento compartido”, y “cum scientĭa”, “con conocimiento”. El concepto tiene diversas acepciones: Conocimiento del bien y del mal que permite a la persona enjuiciar moralmente la realidad y los actos, especialmente los propios; Sentido moral o ético propio de una persona; Conocimiento espontáneo, más o menos vago de una realidad; conocimiento claro y reflexivo de la realidad. Se define también como “subjetividad”, es el estado de conocimiento de objetos externos o de algo interno a uno mismo; inclusive la experimentación bruta de cualquier sensación, aún en ausencia de significado o conceptualización sobre la relación entre el sujeto y esas cosas.
Consciencia, tiene la misma raíz latina “conscientia” refiere a “ser conscientes de ello”, es un estado fisiológico de vigilia que implica la capacidad de reconocerse o de constatarse ante el ethos o entorno, lo que permite el conocimiento inmediato o espontáneo que el sujeto tiene de si mismo, de sus actos, reflexiones y su realidad. También refiere a la capacidad de los seres humanos de juzgar sobre esa visión y reconocimiento.
En consecuencia, teniendo presente estas definiciones, se puede señalar que la conciencia es una aptitud o facultad para discernir, la que se manifiesta en estado consciente, con significado ético o moral. Por ejemplo, la distinción entre el bien y el mal, la comprensión de la virtud, el entendimiento, etc. Wikipedia nos entrega la regla mnemotécnica para resolver las dudas al respecto: “Todos los seres humanos han de estar conscientes para manifestarse en conciencia”. Sin consciencia no se puede tener cargo de conciencia. Espero que mantengamos en alerta y vigilia ambas facultades.
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