Por: Katherine López A. Doctora en Educación. Académica Universidad de Viña del Mar. Integrante del Directorio Fundación Chile Descentralizado Desarrollado y Experta Hay Mujeres
En las últimas décadas, las Instituciones de Educación Superior (IES) han otorgado creciente importancia a su contribución al desarrollo humano y a sus dimensiones territorial y de sostenibilidad. Especialmente lo están asumiendo desde su responsabilidad estratégica con su tercera función esencial: la “Vinculación con el Medio”. Su esfuerzo está dirigido a mantenerse conectadas y en permanente diálogo con la sociedad y su entorno local y regional, un desafío complejo por la rica y valiosa diversidad territorial y cultural que caracteriza Chile.
En ese contexto, elementos asociados a la horizontalidad, bidireccionalidad, creación de espacios de pensamiento territorial y de cumplimiento a los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas (ODS) toman cada vez mas fuerza y sentido en los procesos institucionales y en las agendas de las comunidades educativas y de los actores del desarrollo local.
Así, la nueva Ley de Educación Superior (21.091) establece que “La institución de educación superior debe contar con políticas y mecanismos sistemáticos de vinculación bidireccional con su entorno significativo local, nacional e internacional y con otras instituciones de educación superior, que aseguren resultados de calidad …que reflejen los aportes de la institución al desarrollo sustentable de la región y del país”. Por lo indicado, aparece interesante indagar en el marco de la nueva ley, la interrogante acerca de si en definitiva este enfoque se aproxima o no, y en qué magnitud, a una visión de Desarrollo Humano Sostenible.
Como sabemos, los conceptos de cultura y desarrollo son mandatos que tienen un papel fundamental en las agendas de los organismos internacionales como UNESCO, BID, Banco Mundial y otros. Como diría Jon Hawkes, la Cultura es el cuarto pilar de la sostenibilidad y lo sitúa al mismo nivel que los otros tres pilares (social, ambiental, económico).
Desde estos cuatro pilares que promueven un Modelo de Desarrollo Humano Sostenible, la contribución a un esfuerzo territorial colaborativo toma cada vez más fuerza, sobre todo en el marco de la diversidad geográfica y cultural que caracteriza a nuestro país.
En efecto, las 16 regiones, 56 provincias y 346 comunas, en las que se expresa la diversidad de Chile, nos obligan a repensar y potenciar el rol de las IES considerando elementos de pertinencia, contextualización y valoración territorial y cultural. La definición de Áreas de Desarrollo Territorial Relevante, y la creación de Espacios de Pensamiento Territorial Colaborativo desde las IES y desde propio territorio, son importantes contribuciones a la hora de entender y aportar al Desarrollo Humano Sostenible.
El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.