Por: Marina Tannenbaum. Directora de Grupo Rompecabeza y Founder Easybots
La inteligencia artificial (IA) se ha convertido en un motor de transformación para las naciones de todo el mundo y para aquellos países que históricamente han dependido de los commodities, como Chile, representa una gran oportunidad para diversificar la economía y enfrentar los desafíos de la globalización.
De hecho, en la investigación “The economic potential of generative AI. The next productivity frontier” de McKinsey (Junio 2023), especialistas indican que el impacto que la IA generativa podría tener en la economía chilena, podría traducirse en US$40.000 millones en el largo plazo.
Y es que esta tecnología ya ha demostrado una gran capacidad para revolucionar actividades como, por ejemplo, la industria extractiva, al posibilitar mejoras en la eficiencia de las operaciones, reducir los costos y mitigar el impacto ambiental. Si consideramos que la minería aporta el 14,6% del PIB nacional, incorporar esta tecnología se traduce en invertir en el crecimiento económico nacional.
Pero necesitamos mirar más allá, pues el desarrollo de la IA también impulsa el surgimiento de nuevas industrias y servicios basados en la tecnología, como la robótica, la ciberseguridad, la realidad virtual, la salud digital, entre otros. Estas áreas emergentes representan nichos de crecimiento y empleo para un país que busca reducir su dependencia de los recursos naturales.
Un ejemplo inspirador es Singapur, donde abrazan la inteligencia artificial como una estrategia central para su desarrollo económico, pues ante la falta de recursos naturales, apuestan por la innovación tecnológica y la inversión en talento en esta materia, lo que les ha permitido convertirse en líder regional en el desarrollo de soluciones de IA, atrayendo inversión extranjera y estableciendo un ecosistema emprendedor sólido.
La IA también tiene un impacto significativo en la agricultura, otro sector importante para los países de commodities. Mediante el análisis de grandes cantidades de datos agrícolas, la IA puede ofrecer recomendaciones precisas para el cultivo, mejorar la gestión del riego y predecir patrones climáticos. Esto no solo aumenta la eficiencia de la producción agrícola, sino que también reduce el riesgo de pérdidas y fomenta la seguridad alimentaria.
Para que la IA tenga un impacto positivo en un país de commodities, es fundamental abordar desafíos importantes. Uno de ellos es la capacitación y el desarrollo del talento en tecnologías asociadas. Es esencial invertir en educación y formación para garantizar que la fuerza laboral esté preparada para enfrentar los cambios tecnológicos y aprovechar las oportunidades emergentes.
Por último, la regulación y la ética en el uso de la IA es otro desafío. Los países necesitan desarrollar marcos legales y políticas sólidas para garantizar el uso responsable y seguro de la tecnología, protegiendo los derechos de los ciudadanos y promoviendo la transparencia en los algoritmos utilizados.