Por: Jorge Lawrence S. Abogado y Presidente de COPANOR
Las crisis presentan oportunidades y la del Covid-19 no es la excepción. Sin embargo, vemos con decepción como el Ministerio de Educación está desaprovechando la oportunidad histórica de repensar la educación para los próximos 50 años. Se ha renunciado a liderar un debate transversal que nos lleve a rediseñar el modelo chileno, ajustándolo a los desafíos de adaptabilidad que representa la sociedad digital.
Son muchas las preguntas en el nuevo contexto: ¿Qué entendemos por “Educación de Calidad”? ¿Qué habilidades potenciaremos en los estudiantes? ¿Seguiremos enseñando un currículum diseñado el siglo pasado o nos centraremos en el desarrollo de habilidades y competencias para la nueva era? ¿Fomentaremos el pensamiento crítico o la memorización de contenidos? ¿Estamos formando docentes con herramientas para enseñar a Millennials y Centennials? ¿Y, cómo financiaremos el sistema? ¿Seguiremos con la lógica anacrónica de “subvención por asistencia”? ¿Resultan aplicables a la realidad del año 2020, los principios orientadores de la Jornada Escolar Completa diseñada en los años 90? Por otra parte ¿Qué experiencias de la enseñanza remota, digital o virtual, debieran formar parte permanente de la didáctica post pandemia?
Estamos ante una oportunidad histórica. El Ministerio debe asumir el liderazgo que la hora presente exige y que hasta ahora ha eludido, para discutir la forma de adaptar el Sistema Educacional Chileno a la sociedad digital del siglo XXI. Ese es el gran debate que el Ministerio de Educación debiera estar liderando estos días, en vez de concentrar sus energías en discursos repetitivos y monótonos sobre el pronto retorno a clases. No es aceptable esta miopía histórica.
Nadie discute que las clases presenciales son indispensables para un buen desarrollo escolar, pero no podemos minimizar el inmenso aporte y los desafíos que nos impone la enseñanza remota. Se ha dicho que la educación a distancia aumenta las inequidades del sistema, por diversos factores, principalmente asociados al acceso a internet. Pues bien, cabe preguntarse ¿Qué iniciativas de largo plazo está impulsando el Ministerio de Educación para disminuir tales inequidades? Por ejemplo, ¿no podría el MINEDUC entregar a todos los estudiantes del sistema, un tablet con acceso a internet, con todos los textos de estudios precargados en ella?
Todo hace suponer que el Ministerio de Educación mira la crisis actual como un paréntesis, confiando que las cosas volverán a ser como en 2019. Esa lectura constituye un profundo error. El paradigma socio-educativo cambió y la nueva forma de educar llegó para quedarse.
El impacto del Covid-19 traerá consigo un cambio profundo en el desarrollo de nuestra sociedad, de nuestra cultura, de nuestra economía, de nuestra rutina diaria y, por cierto, del sistema educacional, no sólo de Chile sino del mundo. Por eso, urge anticiparse a los tiempos y repensar nuestro sistema educacional para las próximas décadas. De este debate dependerá el futuro del país. La estatura de las autoridades se mide por su capacidad de mirar el país en el largo plazo, más allá de la punta de sus zapatos. Hacemos un llamado a alzar la mirada. ¡Urge hacerlo!
El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.