Por: Marcello Marchese. Presidente ejecutivo en Finning Sud América
¿Cómo golpea a la minería la guerra comercial entre Estados Unidos y China? Pregunta frecuente que por estos días enfrentamos los actores del mundo minero y las respuestas -si bien apuntan a las oscilaciones que genera en el precio del cobre-, nunca son categóricas. Pero lo que está claro para todos es que hoy somos espectadores de una situación que se desarrolla fuera de lo que podemos controlar.
Sin embargo, en lo que parecemos coincidir es en que se debe mantener cautela ante la volatibilidad generada, y entretanto, nuestros esfuerzos orientarlos a realizar mejoras y cambios que permitan continuar desarrollando el negocio minero hacia una industria competitiva con altos niveles de productividad y eficiencia. Esa es –hasta ahora- la única receta viable para mitigar el impacto de este enfrentamiento foráneo que nos golpea a todos.
Como era de esperarse, se retrasó por parte del Gobierno de Trump, el alza de aranceles a importaciones chinas que entraba en vigor el 01 de marzo, ante el avance de las negociaciones comerciales entre ambos países.
Aun con este panorama global a ratos más incierto -y más allá de actuar cautelosamente- es tiempo de reflexionar sobre la forma en que trabajamos y de proponernos firmemente avanzar para ser una industria más ágil, capaz de sortear crisis y adaptarse a escenarios cambiantes y de alta complejidad.
El diagnóstico es claro. Sabemos que una de nuestras grandes falencias es la baja productividad que tenemos en la región cuando nos comparamos con otras naciones mineras. Es aquí donde la innovación y la tecnología se convierten en diferenciales de una propuesta de valor al cliente de excelencia y sustentable a futuro.
Es importante favorecer un cluster de proveedores competitivos e innovadores que den estabilidad frente a escenarios volátiles. Por lo mismo, con cautela de por medio, es necesario desarrollar proveedores sólidos y que no dependan de los vaivenes para asegurar la continuidad de lo que se ha logrado avanzar en el control de costos y aumento de la productividad.
Los actores del sector necesariamente debemos evolucionar y pasar de la confiabilidad de la máquina a la productividad de la flota y finalmente a la optimización de todo el eco-sistema minero. Pero ésta debe ser una tarea de todos pues – como reflejó la última encuesta de Innovación en Empresas proveedoras de la Gran Minería, de Cochilco- esas son nuestras principales prioridades.
Por supuesto también hay otros desafíos: diversificación productiva, fortalecimiento de las cadenas de valor y encadenamientos productivos entre los sectores económicos, etc., pero si nuestros país continúa avanzando en el proceso de profundización y dinamización de las relaciones económico-comerciales con el resto de los países vecinos y con los dos grandes bloques de América Latina: Alianza del Pacífico y Mercosur, ello también constituirá una fortaleza para hacer frente a los embates del mercado mundial y conflictos políticos de gran envergadura, permitiéndonos pararnos de cara al futuro mejor preparados, seguros y con mayores herramientas para el manejo de los imponderables.
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