Por: Carlos Díaz. Gerente Legal wpd Chile
Desde 1949, cada 14 de febrero celebramos el Día Mundial de la Energía para conmemorar la importancia de un elemento clave en el desarrollo humano, su calidad de vida y el crecimiento económico. Sin energía, el mundo no hubiese logrado los avances que hemos conseguido hasta ahora.
Pero al mismo tiempo, es importante tener claro que esos avances han tenido un costo que nuestro planeta está viviendo con la crisis climática y sus negativas consecuencias a nivel global, tanto para el ecosistema como para las personas. Esto producto de que desde la era industrial se ha utilizado principalmente fuentes fósiles que contaminan y emiten CO2- para producir energía.
La ONU asegura que combustibles fósiles como el carbón, el petróleo, diésel y el gas son los mayores causantes del cambio climático global, siendo responsables de más del 75% del total de emisiones globales de Gases de Efecto Invernadero y cerca del 90% de todas las emisiones en dióxido de carbono.
Ante este panorama, se vuelve urgente reducir estos contaminantes de manera progresiva y alcanzar la carbono neutralidad en 2050, tal como lo han acordado gran parte de los países y gobiernos a nivel mundial, entre ellos Chile.
La crisis climática que vivimos actualmente es, en parte, una crisis de combustibles fósiles. Por eso, combatirla implica limitar la producción y utilización de éstos y en cambio favorecer la industria de las energías renovables no contaminantes para contrarrestar los daños y, de esta forma, ofrecer a las generaciones futuras la esperanza de un mejor planeta.
Necesitamos energía, pero es imperante que esta provenga de fuentes limpias y por eso debemos dejar de depender de los combustibles fósiles y, en consecuencia, invertir en fuentes de energía libres de emisiones de CO2, que sean además accesibles y sostenibles.
Chile se encuentra en una posición privilegiada en este contexto, ya que cuenta con atributos geográficos que lo vuelven un país rico en recursos naturales, como el sol y el viento. Además, las energías renovables son más económicas en comparación a las tradicionales, factor que abre la puerta para que, a futuro, gran parte del suministro energético se componga de fuentes limpias que beneficien a las familias chilenas.
Otro punto para considerar es la gran oportunidad que tenemos para avanzar en la electrificación con energía limpia en sectores de la economía que aún utilizan combustibles fósiles, entre ellos el transporte y la minería (donde el hidrógeno verde y sus derivados podrían reemplazar a los combustibles fósiles); junto con avanzar en la electrificación domiciliaria de sectores rurales, donde el mayor uso energético es en base a leña.
Sin embargo, para que Chile logre una transición energética real, es crucial contar con un marco regulatorio que haga realidad estos propósitos y que valorice la energía proveniente de fuentes limpias. Además, es necesario hacer un uso más eficiente de las actuales líneas de transmisión, para que la energía limpia no se pierda, como también avanzar en la construcción de nuevas líneas de transmisión.
Los sistemas de almacenamiento también juegan un rol fundamental en la descarbonización ya que permitirán conservar la energía limpia que no se puede inyectar al sistema, para entregarla en otros momentos del día, evitando vertimientos, pero para que lo anterior se haga efectivo, debe ser acompañado por una permisología ágil y eficiente.
Todo esto es una condición necesaria para atraer y retener las inversiones extranjeras en el sector de las ERNC. Sólo así será posible entregar energía limpia, que sea asequible para todos y contribuya al bienestar de las personas y del medio ambiente.
El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.