Por: María Soledad de la Cerda. Autora de “Chile y los hombres del Tercer Reich” y creadora del Twitter @mujeresyciencia
El mundo interior de Nathalie Cabrol, definitivamente es tan complejo y gigante como el mundo exterior que la rodea, ese que ella busca desentrañar con la pasión de una científica que a los 5 años supo que la ciencia planetaria y la astrobiología era lo suyo.
La búsqueda de la vida en condiciones extremas parece tener algo que ver con su propia experiencia de hija única ya que, Cabrol pasó mucho tiempo sola en el pequeño departamento familiar, cercano a París, mientras sus padres trabajaban y, en su soledad creó un mundo imaginativo y hermético propio para vivir este aislamiento. Sin embargo, ellos se preocuparon siempre de alentar sus inquietudes y estimular su voluntad, enseñándole a no rendirse aunque las cosas no fuesen como ella quería, e incluso permitiéndole cultivar frijoles en su habitación para que estudiara genética y llevar a casa todo tipo de “bichos” como ranas e insectos.
Por eso la perseverancia es hoy uno de los valores de la astrobióloga y directora del SETI Institute Carl Sagan de estudios de vida en el universo en los Estados Unidos desde 1988 y también investigadora de la NASA donde trabaja en el “High Lakes Project” como especialista en el estudio de la vida en Marte tratando de conectarla con nuestros propios orígenes
Porque precisamente su capacitad de conectar ideas desde pequeña fue lo que le facilitó la tarea y la estimuló, una habilidad que también le es de gran utilidad hoy como científica, especialmente al momento de buscar microorganismos en el desierto de Atacama, el entorno más parecido a Marte en la Tierra y uno de los hábitats con más probabilidades de conservar restos de la vida anterior, según cree, muy similar a la que pudo haberse dado también, en tiempos remotos, en el planeta marciano.
Para ella este desierto es un lugar en que el tiempo y el espacio se distorsionan y, allí se siente como ingresando a una máquina del tiempo que la retrotrae a la vida en Marte hace cuatro millones de años y que parece conocer muy bien, casi como si físicamente hubiese estado ahí y perteneciera a ese lugar, que está segura es el que oculta el secreto del origen de la vida.
Pero lo cierto es que Nathalie nació en Francia el 30 de agosto de 1963 y fue allí donde obtuvo su doctorado en la Universidad de La Sorbona y realizó los primeros estudios del Cráter Gusev junto al ingeniero hidrogeológico y gran alpinista Edmond Grin, quien hoy es su marido
Fue Edmond quien la condujo a este deporte y tal como ella ha señalado se enamoró de las montañas porque ellas nunca mienten y no se puede mentir a una montaña. En sus laderas, ha dicho “nos enfrentamos a nosotros mismos. Dan lecciones de coraje y, de vez en cuando, lecciones de modestia que debemos aceptar”.
Consultada sobre lo que les aconsejaría a los jóvenes dice que les diría “Nunca renuncies a tus sueños y trabaja duro para alcanzarlos porque la recompensa es una vida plena de pasión”
Sin duda una receta que Nathalie vive en carne propia mientras sueña con diseñar una misión a Marte donde le gustaría ir – ¿o volver? – para disfrutar viendo el amanecer y la puesta de sol desde otro planeta.
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