Por: Diego González. Gerente general de Defontana
Hace unos días los más de dos millones de usuarios de Facebook, Instagram, WhatsApp y Messenger comenzaron a evidenciar fallas para acceder a sus redes. La caída de las aplicaciones fue evidenciada y reconocida, tras un cambio de configuración en sus servidores. No es algo nuevo, ha sucedido antes.
El año pasado, al menos en tres ocasiones, de hecho. Las consecuencias de tal desperfecto son variadas; algunas más simples y otras más bien complejas. Las evidentes tienen relación con el malestar entre los usuarios; lo cierto es que al día siguiente la acción del gigante estadounidense cayó cerca de 2,5%.
Es tal el uso y dependencia actual de las redes sociales, no solo para el cotidiano, sino también para los negocios, que el cese de las más utilizadas, de manera simultánea, no es menor y nos lleva a cuestionarnos su impacto. Fallas en servidores y fugas de datos son causas y resultados preocupantes que en muchos casos tienen que ver con la seguridad.
Al interior de las compañías, la gestión no se puede caer. La lamentable y temida frase “no hay sistema” o “se cayó el sistema” debe ser erradicada. Y para hacerlo, es vital que los proveedores de sistemas tengan y cuenten con respaldos confiables, con planes de contingencia y alta disponibilidad, así como con todas las herramientas necesarias para satisfacer los requisitos de seguridad de todo tipo de organización.
Los servicios ante los usuarios, ya sean clientes internos y/o externos no pueden fallar; por el contrario, tienen que posibilitar una máxima experiencia de usuario, así como seguridad, rapidez y facilidad de uso. Por ello, al momento de elegir un sistema de gestión, es vital optar por aquellos que disponen de certificaciones, infraestructura y/o alianzas que garanticen seguridad, velocidad y uptime óptimos.
Hoy, cuando el mundo entero promueve la digitalización de las empresas y de los procesos, en todos los ámbitos socioeconómicos, financieros, educativos, políticos y culturales; la gestión no se puede caer.
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