Por: Giovanni Calderón B. Director Ejecutivo Agencia de Sustentabilidad y Cambio Climático
El próximo 3 de agosto se cumplen dos años desde que entró en vigencia la ley que prohíbe la entrega de bolsas plásticas en el comercio a nivel nacional. Esta ley ha generado un cambio radical en el consumo y se ha transformado en un fuerte impulso para la transición del país hacia una economía circular.
En su primer año de implementación en el retail y los supermercados, se ha logrado sacar de circulación más de 2.200 millones de bolsas plásticas, cifra que aumentará cuando, a partir del próximo mes, se sumen las micro, pequeñas y medianas empresas, como los almacenes de barrio, cerrando todo el circuito comercial al uso de bolsas plásticas.
Contrariamente a lo augurado por algunos pesimistas, los consumidores reaccionaron a la altura de la urgencia y han internalizado el hábito de usar bolsas reutilizables o biodegradables.
Pero, pese a todo, estamos muy lejos de eliminar totalmente las bolsas plásticas y todo ese mundo de objetos y productos que usamos a diario.
Según cifras globales, anualmente se usan más de quinientos mil millones de bolsas de plástico a nivel mundial. La mitad se desecha luego del primer uso y tan solo entre el 1 y el 3% se reciclan. El resto acaba en cualquier parte, contaminando los suelos y el agua con partículas de micro plástico.
El Día Internacional Sin Bolsas Plásticas este 3 de julio, es un recordatorio de nuestro compromiso por reducir al mínimo el uso del plástico, en momentos en que el consumo de artículos plásticos se ha disparado debido a las necesidades generadas por la pandemia del COVID-19.
El uso obligatorio de máscaras y la necesidad de utilizar guantes, batas, bolsas y otros elementos por parte del personal de salud, así como el aumento de envases para comida y embalajes del comercio distribuidos por delivery, han provocado un verdadero shock de plástico en el medio ambiente.
Solo en marzo, China exportó a países afectados por el coronavirus alrededor de 3.860 millones de mascarillas, 37.500 millones de trajes de protección y 2.840 millones de kits de detección de COVID-19, todos con componentes plásticos.
Ante otra posible oleada de desechos plásticos cuando el mundo retome sus actividades normales, los gobiernos y las empresas deben abrir oportunidades para la innovación y el ecodiseño, en la búsqueda de materiales biodegradables, reciclables y de bajo costo, que permitan acelerar la transición hacia un mundo sin plásticos.
Que el planeta haya parado por una pandemia, no significa que los problemas que lo aquejan hayan terminado. La lucha contra la contaminación debe continuar o pronto seremos víctimas de una nueva y destructiva pandemia: la pandemia del plástico.
El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.