Por: Juan Ignacio Troncoso. Gerente comercial PlanOK
Según el informe del Índice de Preparación de Red (NRI por sus siglas en inglés) elaborado por el Foro Económico Mundial, Chile está en el puesto 50, siendo uno de los más atrasados entre los de ingreso alto, quedando fuera del “podio” en América, detrás de Uruguay.
El documento define métricas claves para precisar qué tan rápido, cuánto y cuán lejos es posible avanzar en transformación digital en la -definida por sus autores- “nueva fase para la humanidad”: tecnología (acceso, producción propia y nuevas plataformas); personas (individuos, empresas y gobierno); gobernanza (regulación, confianza e inclusión) e impactos (influencia en calidad de vida, economía y objetivos de desarrollo sostenible de Naciones Unidas).
Estos cuatro aspectos resultan fundamentales para poder concretar un proceso de transformación digital al interior de las organizaciones. No se trata sólo de adoptar computadores y softwares; la tecnología es sólo uno de los engranajes claves que hay que calzar para poder solucionar problemas y optimizar los resultados. Hay que asegurarse que la transformación venga de adentro: primero hay que preocuparse de la transformación cultural y luego de la transformación digital.
Cuando se contrata alguna plataforma, es habitual que esa decisión venga de algún desafío en los procesos internos, un síntoma que hay que aliviar. Y está bien que desde ahí nazca la inquietud, pero la respuesta a la solución no vendrá exclusivamente de la tecnología. Es imperativo coordinar la cultura interna del equipo de trabajo para que la tecnología opere como catalizador en esa solución. Si tenemos una plataforma en el área comercial, tiene que ir de la mano con los equipos de marketing, finanzas y servicio al cliente, por ejemplo.
Entonces, ¿cómo nos aseguramos de que, si un área tiene un dolor, el resto de la empresa se sume al proceso? Lo más importante es que desde las jefaturas se dé el primer paso hacia la transformación. Que se deje de pedir un Excel con la información si el sistema es capaz de entregar un reporte completo. Que se pongan metas claras para medir el éxito en términos de implementación y uso de las nuevas plataformas. Y también, es necesario que se les entregue un mensaje claro a los colaboradores/usuarios de que esa tecnología responde a una nueva forma de trabajo para encaminar a la empresa a una transformación digital.
Por supuesto, la transformación normativa debe acompañar este proceso. La digitalización puede resultar determinante en una pretensión de reactivación económica, pero necesita que el marco normativo sea capaz de ir a la par de los cambios que el contexto está planteando y para eso, también es imperativa la transformación cultural desde los puestos de liderazgo, tanto en el ámbito público como el privado.
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