Por: Diego Castro, Director Ejecutivo de Redes Chilenas de Investigación (ReCh); Bárbara Sandoval, Comisión Becas Redes Chilenas de Investigación (ReCh) y Carla Abarca, Directora de Comunicaciones Redes Chilenas de Investigación (ReCh)
En 2016, un importante científico nacional y, en ese entonces, director del Instituto Milenio de Neurociencias Biomédicas declaraba ante Revista Capital la importancia de, no sólo aumentar la inversión nacional en ciencia y la investigación, sino además que “la prioridad es que aumentemos el número de gente que está haciendo esto en Chile. Y ahí sí que tiene que multiplicarse por diez veces. Es un orden de magnitud, creo que tenemos menos de un investigador por cada diez habitantes, hay que pasar a tener siete.” En los mismos términos, establecía que, a pesar de que el país tenga urgencias, la ciencia no puede ser marginada: “(…) no se puede decir: ‘esto se hace ahora y vamos a postergar lo otro porque no es relevante’. Eso hoy no es aceptable”.
Afortunadamente para él, ese promisorio científico chileno tendría, tres años después, la oportunidad de su vida: Andrés Couve era nombrado por el Presidente Sebastián Piñera como el primer Ministro de Ciencia, Conocimiento, Tecnología e Innovación de nuestra historia. Al fin la ciencia y conocimiento se instalaba en la Moneda (un anhelo de décadas) y Couve sería el responsable de llevar adelante su visión, que implicaba llevar al país al desarrollo de la mano de la ciencia, investigación y conocimiento. Sin embargo, cuando ya se cumple más de un año desde la instalación del Ministerio, el panorama es, más bien, el opuesto.
La gestión de Couve partió accidentada, y su primer gran desafío lo tuvo a partir del 18 de octubre. Varios estudios científicos señalaron que la composición fisicoquímica de los balines de Carabineros sobrepasaba estándares mundiales en materia de armas no letales. En su primer gran dilema, Couve decidió guardar silencio y darle la razón al Gobierno, que negaba esta evidencia, silenciando la voz de las y los científicos. Pero como por mandato providencial, Couve tendría oportunidad de reivindicarse tan sólo 6 meses después: la pandemia reveló que la ciencia no podía ser un adorno, sino que debía estar en la esencia de la toma de decisiones de la política.
Desconocemos los detalles de la pugna que se dio en La Moneda, pero lo cierto es que la política pública basada en evidencia no ha sido lo que ha primado desde entonces. Como ha ido revelando la fiscalía, el MINSAL ha deliberadamente ocultado datos, tomado decisiones contra lo recomendado por su propio Consejo Asesor, e instalado posverdades como la viabilidad del “carnet Covid” o la idea que “no hay relación entre pobreza y letalidad por la pandemia”. ¿Dónde ha estado Couve todo este tiempo?
Quizá su falta de experiencia política ha sido impedimento para tener una voz que sea escuchada y validada en el Gabinete o, tal vez, su perspectiva desde la ciencia e investigación no ha sido capaz de imponerse frente a los políticos con más trayectoria y peso. Pero al menos, entonces, se le puede pedir que defienda con uñas y dientes el poco espacio que la ciencia y conocimiento han logrado ganar en años recientes: con un Ministro de Ciencia en el Gabinete era esperable que no quedáramos peor de lo que estábamos. Pero tampoco ha sido así, ni ha habido atisbo de concretar dicha esperanza.
Recientemente han salido a la luz dos hechos que evidencian que el Ministro no ha sido capaz siquiera de cuidar a sus propios investigadores/as: el abandono de personas becarias afectadas por la pandemia COVID, la suspensión del programa Becas Chile para convocatoria 2021, y el recorte del presupuesto general del Ministerio para 2021.
Desde marzo que las y los becarios chilenos de Magíster y Doctorado, en Chile y el extranjero, vienen señalando a ANID (ex-CONICYT), que la pandemia les ha producido problemas que hacen muy difícil que completen sus programas. Con universidades y laboratorios cerrados, vuelos interrumpidos y cierre de fronteras, sin escuelas o guarderías infantiles, y con el estrés propio de la situación que estamos viviendo, las investigaciones de nuestras becarias y becarios han tenido que retrasarse a la fuerza.
A muchos ya se les acabó la manutención y el seguro médico, mas no sus proyectos o programas de estudio. Algunos están cayendo en irregularidad migratoria por carecer de recursos para sustentarse, y en peligro de ser deportados. Otros han tenido que regresar a Chile sin completar sus programas. En otros países como Canadá, Australia, Argentina o Nueva Zelandia, las autoridades tomaron cartas en el asunto y extendieron la vigencia de las becas por un plazo que les permita a las y los investigadores terminar sus programas. Pero nada de esto ocurrió en Chile. Pese a innumerables solicitudes por escrito, oficios desde el Congreso y una activa campaña en medios, Couve y su equipo se han negado de lleno a dar cualquier ayuda o solución en este sentido. Las y los investigadores están abandonados y muchos arriesgan no poder terminar sus programas, que ya han sido financiados por el Estado, arriesgando toda la inversión estatal realizada.
Respecto a Becas Chile, si la prioridad de Couve hace 4 años era aumentar el número de investigadores/as per cápita en el país, pocos programas han avanzado tanto en esa línea como Becas Chile. Gracias a este programa, más de 5000 investigadores e investigadoras chilenas han podido formarse en algunas de las mejores universidades del mundo, y en prácticamente todas las áreas del saber. La explicación que ha dado el Ministerio tiene que ver con el cierre de Universidades y programas en el extranjero y una priorización de recursos para beneficiar estudios en Chile y necesidades sociales en la pandemia.
Respecto a lo primero, tanto las Universidades como los programas se mantienen abiertos (aunque con medidas de distanciamiento social). Respecto a lo segundo, ese argumento podría tener algo de sustento, pero resulta falso si consideramos que el presupuesto para Becas Nacionales sufrirá una contracción de 1000 millones de pesos el próximo año, por lo que no hay priorización alguna. Y si la preocupación del Ministro es que hay sobreoferta de investigadores/as que no tenemos donde insertar, no se entiende entonces que el presupuesto de los programas de inserción se haya reducido en un 10%. Tampoco se entiende que, recientemente, el Ministerio haya iniciado un proceso consultivo para un nuevo “Plan de Formación de Talentos”, que aborda el tema de Becas Chile, convocando a Universidades y grupos de investigadores e investigadores, si en la práctica las decisiones han sido tomadas sin información ni consulta a éstos.
Lo que ocurre es otra cosa. La ciencia no es prioridad para la Moneda, quizás porque no genera beneficios políticos de corto plazo, y el Ministro no ha sido capaz de defenderla. Ante los desafíos de la pandemia se ha decidido recortar aquí porque no se lo considera urgente. Pero como decía un promisorio científico chileno en 2016, siempre habrá urgencias, pero “la ciencia no puede postergarse por no ser considerada relevante. Esto hoy no es aceptable”. Por favor, avísenos donde podemos encontrar a ese promisorio científico.
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