Por: Natalia Vega. Country Manager en IDC Chile y Perú
La irrupción de las tecnologías e Internet provocó un impacto profundo en las formas en cómo el mundo laboral debió adaptarse a ellas, a cómo los seres humanos comenzaron a experimentar distintas formas de relacionamiento y ocio, y a nuevas formas de acceso a información en línea, entre otros.
Según la Singularity University, en 2025, con mil dólares podremos comprar un computador que calcule a 1016 ciclos por segundo, equivalente a la velocidad de proceso del cerebro humano. Interesante cifra para analizar cuando estamos viviendo, minuto por minuto, la evolución y desarrollo de la Inteligencia Artificial.
Mucho se ha especulado sobre el futuro en el cual las máquinas pudieran llegar a lograr cierta autonomía, o hasta prescindir del ser humano para realizar tareas y hasta ciertas ocupaciones. En la actualidad, las máquinas ya comienzan a aprender de sus propios errores y del comportamiento humano para tomar decisiones, y cada vez sus procesos “racionales” se parecen más a la manera en la que el cerebro humano actúa para resolver problemas cotidianos.
Con este panorama, es esperable que la automatización paulatinamente vaya coexistiendo y transformando nuestra vida, y se hace cada vez más necesario que la sociedad, organizaciones y el Estado tengan claridad que este proceso requiere de un alto componente de recurso humano que lo posibilite. A su vez, se debe tener presente que automatización no es igual a inteligencia artificial.
Cuando revisamos nuestra historia, como seres humanos no nos han faltado razones para temer al progreso de las máquinas, aunque no dejamos de reconocer la utilidad que la tecnología ofrece en campos como la investigación y la medicina, por ejemplo. Gracias a ella, el hombre ha sido capaz de superar y resolver muchos problemas inherentes a nuestra propia condición de vulnerabilidad física.
La Inteligencia Artificial nos ayudará a manejar un mundo cada vez más complejo, aunque primero debemos ir aprendiendo, viendo en qué áreas es posible aplicarla, y definiendo qué necesidades puede resolver. Asimismo, la previsible aceleración de la IA incorporará a las responsabilidades del liderazgo sobre todo en el cuidado y el desarrollo de la ética en la cultura organizacional.
En la medida que se vaya gestando un trabajo conjunto entre las empresas, colaboradores, academia y el mundo TI se podrá contar con profesionales más capaces, eficientes, felices, entre otros aspectos, debido al aporte que significa la tecnología.
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