Por: Luis Carrasco Garrido. Académico Dpto. de Prevención de Riesgo y Medio Ambiente UTEM
La formación de profesionales de la emergencia responde al “Marco de Sendai en temas de Gestión del Riesgo”. Para tal efecto se crean escenarios que ponen en juego múltiples variables de emergencia, con carácter de catástrofe, que después confluyen en una gran mega emergencia.
Cuando hablamos de variables catastróficas, nos estamos refiriendo a acontecimientos que, en un contexto de vulnerabilidad, puede actuar como desencadenante de un evento mayor. Todo eso que alguna vez habíamos creado de forma ficticia, lo vimos en vivo y en directo, el sábado 30 de enero de 2021, en un escenario de emergencia sanitaria debido al Covid-19, donde se agregó el desarrollo de un incendio estructural de una complejidad sin precedentes. Se quemaba el Hospital San Borja-Arriarán.
Que vimos, una puesta en escena perfecta, un ejercicio de alta complejidad, un amplio dispositivo de Policía, Ejército, Bomberos y Personal de Salud; se estableció un puesto de comando, donde se dirigieron las acciones para llegar a los pisos superiores del hospital donde se desarrollaba el incendio en un espacio de afección de 10.000 m², en el intertanto se evacuaban a los pacientes desde el interior hacia un estacionamiento o una zona segura a la intemperie fuera del hospital, con las medidas sanitarias adecuadas debido a la pandemia del coronavirus, para coordinar su posterior desplazamiento a otras clínicas y hospitales según la complejidad del paciente.
El cuadro era totalmente complejo: los pacientes con coronavirus fueron sacados del ventilador mecánico, desconectando las bombas de infusión y monitores, luego pasados a una camilla especial con monitor y ventilación portátil, para luego ser trasladados en ambulancias más complejas.
Bomberos de Santiago determinó inicialmente que los voluntarios junto a personal de salud del centro asistencial iniciarán la evacuación de los 350 pacientes del hospital; de forma transitoria, los evacuados fueron ubicados en unos toldos de las Compañías presentes en la emergencia y también en un hospital de campaña que hizo llegar la Municipalidad de Pudahuel, en cuyo despliegue colaboraban muchas personas pertenecientes a múltiples instituciones.
En la evaluación final no contar con pérdida de vidas, no tener heridos, haber salvado los pacientes graves, haber coordinado a muchas instituciones de diferente naturaleza para lograr los objetivos propuestos, haber controlado un incendio complejo con mucha carga combustible, incendio que se presentaba con un avance violento, con problemas de accesibilidad y con posibilidad de propagación a otras estructuras hospitalarias. Se transforma en un ejercicio de estudio, de laboratorio necesario para la formación de los profesionales que trabajan o se enfrentan a emergencias.
En resumen, una emergencia que muestra un desarrollo favorable por los resultados, por la administración y la gestión en el incidente, donde destaca el trabajo de bomberos, del personal de salud y todas las instituciones que participaron de este evento que pudo haber sido catastrófico. Hoy puede ser utilizada como ejemplo de: “cómo se debe articular una respuesta adecuada de control de una emergencia con múltiples variables catastróficas”, donde las variables, no confluyeron en una emergencia mayor, debido al manejo adecuado de la misma; que sin lugar a dudas, si no hubiese sido así, habría desarticulado o impactado fuertemente nuestra estructura sanitaria, de seguridad y de orden social.
Este es un buen ejemplo que debemos destacar y presentar como “un caso de estudio para la formación de nuestros nuevos ingenieros y todo aquel personal que trabaja en el tema de gestión del riesgo o debe enfrentar escenarios de crisis”.
El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.