Por: Dra. María Victoria Peralta. Académica U. Central. Premio Nacional de Educación y Presidenta Fundación Integra
Los Juegos Panamericanos hasta el momento nos han dejado muchas postales positivas de esfuerzo, entrega y disciplina, junto a espacios deportivos hermosos que quedarán para nuestros deportistas entre otros aportes, y nos han acercado a esa imagen de Chile que teníamos donde casi todo funcionaba a pesar de lo difícil, lo que nos hacía sentirnos orgullosos de nuestro país.
La inauguración, bastante simbólica, hizo reiterados reconocimientos a nuestra diversidad cultural y geográfica, mostrando arte y también tecnología, que nos hizo sentir que no por estar al fin del mundo nos evita expresar quienes somos y que cuando nos unimos, todo parece resultar.
La gran cantidad de espectadores en los diversos escenarios deportivos evidencian también un respaldo a los deportistas en general, convirtiéndose en una instancia educativa, donde todos aprendemos más de los deportes y posiblemente, a que más jóvenes se entusiasmen a practicarlos.
Pero hubo una imagen que atesoro y que completó mi sensación de estar en ese Chile que me gustaría que fuera real en estos tiempos. La presencia de los tres últimos presidentes de la república juntos, sonriendo y aplaudiendo, quienes al tomar estos Juegos como política de Estado donde cada uno hizo lo suyo, nos permitía a todos gozar del arte, de lo deportivo, y del maravilloso poder del encuentro entre nosotros y con la esencia de nuestro país.
Para culminar esta foto, la presencia del sobrinito del presidente Boric, mirando al comienzo las luces, los movimientos de las escenas, y después, como corresponde a todo niño de su edad, durmiendo en los brazos de su importante tío quien lo mecía con cariño, nos hizo recordar la importancia de lo sencillo, de lo humano.
Como educadora de párvulos que soy y bastante idealista, quise pensar que esa escena era el aviso de tiempos mejores, donde los niños y niñas, fueran efectivamente el centro de nuestro actuar personal y colectivo como país, favoreciendo la formación de una nueva generación de chilenos y chilenas, que hicieran suyos nuestros valores y buscaran la equidad y el bienestar para todos.
Eso es lo que pienso que nos ha dejado hasta el momento este importante evento deportivo. Gracias a todos quienes lo han permitido, realmente lo necesitábamos para reencontrarnos. Ojalá no olvidemos esa instantánea, y cuando miremos a nuestros niños y niñas en el hogar, pensemos en la importancia de momentos como esos, y en la responsabilidad que todos tenemos en que continúen.
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