Por: Stany Huaccha T. Asesora del Depto. Prevención de Casinos RIVER SpA
El tema del nuevo coronavirus ya no es algo nuevo, estando a mitad de 2020, con el colapso de nuestros sistemas de salud, economías, gobiernos y con miles de millones de casos de personas contagiadas en todo el mundo, siendo los más afectados individuos de sectores vulnerables y población de riesgo. Por lo mismo, debemos examinar nuestros casos particulares para enfrentar este momento de transición: La nueva normalidad.
Una normalidad nueva para nosotros, pero que ya la hemos observado en otras culturas como los asiáticos, por citar un ejemplo, quienes usan las mascarillas de modo permanente, debido a sus aires contaminados, por tanta polución que aportan sus empresas, por la manera en que las industrias, deterioran su medio ambiente. Esta nueva normalidad la vive actualmente nuestro país.
Actualmente nosotros, siendo adultos que usamos las mascarillas y mantenemos el lavado estricto de manos, ocasionalmente igual nos hostigamos de esto, bajando las mascarillas, aprovechando que nos encontramos solos en nuestras oficinas o en nuestros hogares, incluso en nuestros vehículos y adoptamos la mala costumbre de quitarnos las mascarilla, haciendo caso omiso a una de las primeras recomendaciones impartidas para protegernos del contacto con personas o lugares contaminados.
Nosotros somos personas adultas que supuestamente procesamos de mejor manera tales novedades, además de ser los más conscientes de tantos casos de contagiados y muertes por este virus y, a pesar de todo ello, aún no podemos cumplir cabalmente estas medidas: ¿nuestros niños serán capaces de hacerlo, incluso con nuestro ejemplo?
Frente a esto debemos ser todavía más conscientes de ello, entregando un buen ejemplo no sólo con respecto a esta medida, sino que también en otros aspectos como son la prevalencia de nuestras virtudes y valores, con nuestros hijos y con el resto de quienes conviven con nosotros, también con nuestros sobrinos, vecinos e incluso, hasta con completos desconocidos, sólo con el objetivo de no seguir ayudando a que la curva de contagios vaya en aumento, sino que ésta se vaya aplanando, para la seguridad de todos.
En esta nueva normalidad también tenemos que pensar en que nuestros niños, en algún momento, harán reingreso a su nueva normalidad, al asistir a sus jardines escolares, colegios, liceos o parques de recreación, donde deberán demostrar si se les educó de manera correcta en el cumplimiento de estas medidas preventivas fundamentales: uso de mascarilla, lavado de manos frecuentes y respeto de la distancia social. Desde luego que será muy difícil que nosotros podamos estar tranquilos sin pensar que en algún momento uno de nuestros niños será víctima de este virus, por el incumplimiento de estas recomendaciones esenciales.
Estas medidas, en concreto, son complejas de adoptar, puesto que nuestros niños al no salir de nuestros hogares y mantenerse en cuarentena preventiva, no saben o no están familiarizados con el uso adecuado de las mascarillas y el cómo y porqué de la distancia social. Día con día debemos de ir educando a nuestros niños y niñas, para que una vez se reintegren a sus clases puedan sobrellevar exitosamente la nueva normalidad, además de brindarnos un poco más de tranquilidad al exponerlos al posible contagio de este virus, considerando que todavía estamos en ese escenario incierto donde no existe ni se avizora una cura o una vacuna para este flagelo.
Nuestra estrategia para enfrentar esto debe ser algo simple y muy concreto, sin enfocarnos sólo en lo malo o bueno que serán las medidas entregadas por el gobierno, sino que nosotros tengamos la certeza plena que nuestros niños serán capaces de cumplir con todas estas medidas de resguardo, enseñándoles sabiamente respecto de los beneficios que tendremos a corto, mediano o largo plazo.
Puede que para algunos resulte prematuro o audaz inculcar el autocuidado desde una edad temprana. Y tal vez lo sea. Pero las demandas de esta nueva crisis no requieren nada menos que estos principios básicos. Con este mundo que cada vez está siendo más afectado, no sólo con esta pandemia sino que con tantas otras demandas, tenemos esta oportunidad única de comenzar a construir un mundo mejor, partiendo por quienes heredarán el mundo, los niños y niñas.
El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.