Por: Danisa Lonza. Líder de Personas y Cultura en Moov Media Group
Tradicionalmente, durante fin de año se hacen evaluaciones y reflexiones sobre las acciones realizadas y el aprendizaje obtenido durante el año, tanto en lo personal, como en laboral.
En las empresas, la Responsabilidad Social Empresarial (RSE) gana protagonismo durante esta época, donde la participación en proyectos comunitarios, actividades benéficas o de contribución a la comunidad, han fortalecidos lazos, sentido de pertenencia junto con propiciar un ambiente de trabajo en conjunto ante las nuevas oportunidades y desafíos presentados.
Este tipo de iniciativas no solo benefician a la comunidad, sino que también transforman internamente la dinámica de la empresa, generando un cambio positivo al reforzar la identidad de la empresa en el compromiso de promover sus valores, especialmente aquellos enfocados en el progreso social, ambiental y en el bienestar de sus colaboradores.
Actualmente, la sociedad es más consciente de la RSE y los equipos han demostrado el deber ético de trabajar en beneficio de la comunidad, considerando su impacto en todo ámbito, es decir, han ido más allá de sus operaciones comerciales y de la búsqueda de rentabilidad financiera.
Lo anterior se traduce en una mayor eficacia y cohesión en el trabajo diario, puesto que hay una conexión más profunda y personal entre los miembros del equipo, generando bienestar en los colaboradores al conectar con otro tipo de realidades que van más allá de sus preocupaciones diarias.
Ser una empresa exitosa no solo se trata de números positivos en los informes financieros, sino también de la contribución tangible y positiva a la sociedad. Esta perspectiva de negocio ético no solo atrae a empleados comprometidos y leales, sino que también construye una reputación sólida y positiva en la comunidad empresarial y entre los consumidores.
Iniciativas realizadas durante el año pueden convertirse en tradiciones que transciendan en la memoria a lo largo del tiempo, reforzando la cultura corporativa y generando un ambiente laboral más grato, ameno y con sentido.
El éxito de una organización supone una contribución tangible a la sociedad, la construcción de una reputación sólida en el universo empresarial y el hecho de que sus colaboradores se sientan orgullosos de pertenecer a ella.
A fin de cuentas, a través de conexiones más profundas se llevan a cabo acciones con repercusiones positivas que construyen una base sólida para el éxito sostenible en miras al futuro. El hecho de relacionarse con una realidad que va más allá de las preocupaciones diarias del trabajo, la comprensión y empatía en torno a las dificultades que otros enfrentan se transforman en un aprendizaje que invita a la reflexión, al agradecimiento y que refuerzan el valor de ir un paso más allá de las métricas.
El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.