Por: Alejandra Fuenzalida. Directora Ejecutiva de United Way Chile
En los sectores más vulnerables de nuestro país se deben crear y potenciar más iniciativas de colaboración que entreguen a los jóvenes herramientas y competencias, que les permitan enfrentarse de mejor manera a su proyecto de vida futuro, a sus estudios o a la vida laboral que les espera por delante.
Según cifras entregadas por el Sistema Único de Admisión y el Departamento de Evaluación, Medición y Registro Educacional (DEMRE) de la Universidad de Chile, de los 290 mil jóvenes que se inscribieron el año pasado para rendir la PSU, donde 108 mil eran de colegios municipales, el 30% fue seleccionado para entrar a la carrera de su preferencia, lo que es muy diferente si se compara con los casi 90 mil estudiantes de colegios particulares y particulares subvencionados que sí lograron ser seleccionados para entrar a la universidad.
Ante estas cifras, resulta necesario impulsar iniciativas que permitan identificar nuevas oportunidades para equiparar estos números hacia el alza. Un gran ejemplo de esto son las mentorías que, desde hace 13 años, desarrolla United Way Chile, las que consisten en un trabajo conjunto entre colegios técnico profesionales y los voluntarios de las empresas socias de esta corporación, donde los mismos trabajadores de las empresas se convierten en mentores de los estudiantes para, a través de sus conocimientos, entregarles herramientas que les van a permitir tener un más acertado ingreso a la educación superior o a lo que cada joven sueña a futuro.
Este proyecto se extiende por siete meses, donde el mentor y su mentado trabajan para conocerse y avanzar en un vínculo y una relación que permita contar con una mayor claridad y definiciones para su proyecto de vida.
De esta forma, contar con un proyecto de esta envergadura está relacionado con la posibilidad del estudiante de contar con oportunidades reales de adquirir nuevos conocimientos, por lo que las mentorías efectivamente nos ayudan a cumplir con este objetivo. Si a esto sumamos la participación del sector privado con las comunidades más vulnerables obtenemos una experiencia realmente motivadora y enriquecedora para todos los involucrados. Y finalmente los jóvenes, quienes después de esta experiencia contarán con mayores herramientas para enfrentar su futuro, serán los principales beneficiados.
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