Por: Andrés Kogan V. Sociólogo. Diplomado en Educación para el Desarrollo Sustentable. Magíster en Comunicación y Cultura Contemporánea
A solo días de saber quién será el nuevo presidente de Chile, los apoyos a ambos candidatos de parte de distintos sectores del país no se han hecho esperar, dado la importancia de la elección del próximo 19 de diciembre.
En el caso de José Antonio Kast, todos los partidos políticos de derecha se cuadraron rápidamente con el candidato del Partido Republicano (UDI, RN, EVOPOLI), mientras que por el lado de Gabriel Boric, todos los partidos de izquierda se han sumado sin condiciones al candidato de Apruebo Dignidad (PS, PPD, DC)
Si bien son apoyos que no sorprenden a nadie, dada la búsqueda de aquellos partidos políticos, muy deslegitimados socialmente, de reacomodarse en un futuro gobierno, por el lado de la sociedad civil organizada en cambio, ha sido enorme el apoyo que ha recibido Boric de parte de múltiples movimientos sociales en comparación a Kast.
Una situación que se evidencia con las organizaciones que le han dado su respaldo explícito a Gabriel Boric, como son los casos del Movimiento por el Agua y los Territorios (MAT), Movimiento de Defensa por el acceso al Agua, la Tierra y la Protección del Medio Ambiente (MODATIMA), Coordinadora Feminista 8M, Confederación de Estudiantes de Chile (CONFECH), Fundación Iguales, Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh), Movimiento de Acción Migrante (MAM), Coordinadora Nacional No + AFP, Coordinadora en Defensa de Nuestra Salud Mental, entre muchas otras.
Un llamado de esas organizaciones a votar por Gabriel Boric, que no solo tiene relación con las convicciones del candidato de Apruebo Dignidad o de su programa de gobierno, en lo que respecta a construir un gobierno feminista, ecologista, diverso, inclusivo y digno para todas las personas, sino también con cuidar un proceso constituyente en curso, el cual estará fuertemente amenazado, en el caso de que salga José Antonio Kast.
Por lo mismo, la amenaza para la democracia en Chile que representa Kast, es mucho mayor que lo que pasó con Donald Trump en Estados Unidos o Jair Bolsonaro en Brasil, ya que lo que está en juego no es un gobierno conservador de cuatro años en el poder, sino un proceso histórico, que de ser revertido, generará mucha frustración, rabia, miedo, discriminación y exclusión.
Ante esto, el peligro del discurso abiertamente racista, clasista, homofóbico, pinochetista y negacionista del cambio climático de Kast, se vuelve mucho más peligroso en el contexto constituyente chileno, ya que es acompañado con la delirante idea conspirativa de que la quema del metro y el estallido social del 2019, fue organizado y financiado por el gobierno de Venezuela, el gobierno de Cuba, el Foro de Sao Paulo, el Grupo de Puebla, y ejecutado por el Partido Comunista de Chile.
No es casualidad por tanto, que la ultraderecha chilena hable constantemente de insurrección y de estallido delictual, planteando un escenario binario presidencial entre libertad, representado supuestamente por Kast, y comunismo, representado supuestamente por Boric, como si lo que pasó en el año 2019, pueda ser reducido a quemas, saqueos y narcotráfico.
Tampoco es casual que José Antonio Kast y sus seguidores, nombren a Gabriel Boric como el candidato del Partido Comunista, como si fuera un mero títere de este, sobredimensionando así su rol en la campaña y en la revuelta social misma, con el único objetivo de generar temor en la población.
De ahí que no sea ingenuo ese discurso, ya que no hay que ser de izquierda, para saber que las grandes movilizaciones que ocurrieron el 2019, fueron anti- partidarias y pacíficas en general, por lo que negarlo, es vivir en otro país, nunca haber asistido a alguna marcha en la vida o simplemente mentir con fines políticos, para invalidar así las demandas legítimas de los movimientos sociales.
Asimismo, la tesis conservadora de que lo que ocurrió el 2019 fue orquestado desde arriba, no tiene ningún asidero en la realidad. De hecho, por eso mismo el proceso constituyente chileno no ha podido ser cooptado por ningún sector de izquierda partidista de manera electoral, a diferencia de lo que pasó en los procesos constituyentes de Venezuela, Bolivia y Ecuador, en donde caudillos políticos se terminaron apropiando del proceso de manera autoritaria.
Por el contrario, el proceso constituyente chileno ha sido desde abajo y muy transversal, yendo mucho más allá de las caricaturas del mundo más conservador, que lo atribuye a una maniobra política proveniente de una supuesta izquierda radical y anti-patriota que estaría detrás de todo desde las sombras para destruir al país.
Cabe destacar que los movimientos sociales en Chile han sido muy claros en su autonomía política, al igual que la Convención Constitucional, tomando distancia de las viejas estructuras partidarias, las cuales se negaron por décadas a escribir una nueva constitución de manera democrática.
Por todo lo señalado anteriormente, ante el explícito intento de José Antonio Kast de hacer fracasar la nueva constitución, en el caso de que sea presidente, muchas organizaciones, al igual que la mayoría de los y las constituyentes, saben que solo la candidatura de Gabriel Boric da garantías para continuar con este proceso, sin ningún tipo de intervención desde el gobierno, como él mismo lo ha mencionado en reiteradas ocasiones, a diferencia del candidato del rechazo.
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