Por: Alejandra Sepúlveda P. Directora ejecutiva de ComunidadMujer
Al término del 2020 nos sigue acechando la pandemia, ahora con una nueva cepa de coronavirus que acaba de llegar. Esto nos recuerda cuán vulnerables seguimos siendo, lo importante que es cuidarse y actuar con responsabilidad. Pero también nos obliga a dar un mayor sentido de urgencia a los acuerdos para que las enormes pérdidas que ya experimentamos no se vuelvan crónicas e irremontables.
Frente a un primer balance, preocupa la naturalización de los costos de esta crisis multidimensional en las mujeres y la niñez. Hemos retrocedido una década en participación laboral femenina. Se desplomaron actividades económicas que las empleaban y muchas tuvieron que renunciar a sus fuentes laborales por tener que cuidar a personas dependientes. Al mismo tiempo, hemos retrocedido en educación, ante la imposibilidad de brindar un adecuado y equitativo proceso de aprendizaje y desarrollo socio-emocional a más de 3,6 millones de escolares, cuyos establecimientos educacionales cerraron el 16 de marzo.
Cabe preguntarse ¿qué reactivación es la que estamos impulsando como país? Cuando ya sabemos que esta pandemia tiene el poder de comprometer el futuro de una generación completa, resulta prioritario invertir en la adecuación de las rutinas y la infraestructura de las escuelas, jardines infantiles y salas cuna, con los estándares sanitarios que permitan su pronta apertura y poner a las y los docentes prioritarios en la vacunación.
Los actuales indicadores de empleo femenino y del sistema educacional justifican con creces estas medidas. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Empleo del INE, a comienzos de 2020 las mujeres eran el 42% de los casi 9 millones de personas ocupadas en Chile. Sin embargo, en el momento más duro de esta crisis, cuando se perdieron más de 1,8 millones de empleos (trim. may-jul), las mujeres representaron el 49% de esa pérdida (899 mil), es decir, proporcionalmente fueron más afectadas. Hoy, con la última ENE disponible (trim. ago-oct), sabemos que en Chile se han recuperado casi 600 mil empleos, de ellos las mujeres representan solo el 40% (237 mil).
Por otra parte, de acuerdo con el informe de la mesa técnica sobre deserción escolar (Mineduc), se proyecta que 81.099 niñas, niños y jóvenes entre 6° Básico y 4° Medio se desvincularán definitivamente del sistema educativo por la pandemia, en el peor escenario.
Las políticas públicas son fundamentales. El reciente subsidio al empleo para nuevas contrataciones de mujeres, 20 mil pesos más alto que los hombres, ni siquiera cubre la diferencia por brecha salarial de género. Por eso, mientras se avanza en las reformas al Código del Trabajo que liberen a las mujeres de la carga exclusiva de la familia, se requiere disponibilizar todo tipo de dispositivos de cuidado que promuevan la corresponsabilidad social y parental, como los que se pueden organizar en las comunidades con algún tipo de subsidio estatal o del uso del bono compensatorio de sala cuna ya existente.
También es clave poner el foco en la necesidad de un retorno a clases inclusivo y sostenible y, para ello, iniciar un diálogo con todos los actores involucrados, viabilizando el proceso con más acuerdos y menos cálculos políticos.
Hoy las madres están siendo amortiguadoras de la sociedad, nos dice la novelista estadounidense Jessica Grose. Y sus hijos/as están pagando un costo altísimo. Por eso el foco de la recuperación 2021 debe estar en la educación, el trabajo formal, la corresponsabilidad y el apoyo decidido, sistémico y resiliente en las responsabilidades de cuidado. No hay más tiempo que perder.
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