Por: Óscar Marcos. Social Media Manager de Rompecabeza
Cuando escuchamos de streamers que están siendo tendencia en Twitch, nos imaginamos, naturalmente, a personas. Es lo lógico, pero hace años que en las plataformas digitales existe una fuerte popularidad por los perfiles ficticios, creados por personas que eligen mostrar un personaje virtual en lugar de su rostro y generan una comunidad (que ha resultado ser bastante fiel).
En esta línea, nos encontramos con un interesante fenómeno: “Ironmouse”, cuenta virtual oriunda de Puerto Rico que se convirtió hace unas semanas en la streamer número uno de Twitch, superando los esfuerzos de celebridades de la era digital como “Auronplay”, “Ibai Llanos”, “El Rubius”, entre otros.
¿Quiénes son estos personajes? Las personas detrás, talentosos creadores de contenido transmedia y la imagen que proyectan se les denomina V-Tubers. “Ironmouse” es una de ellas, y con más de 96.000 suscriptores se convirtió en la reina de la plataforma morada.
Recordemos que cada suscriptor paga un fee mensual que ronda los valores de cualquier servicio streaming, por ende, también representa un potente soporte económico para motivar a más creadores V-Tubers. Esto sin mencionar las ganancias de YouTube y la publicidad a través de redes sociales.
Más allá de los beneficios económicos que significa tener éxito en una plataforma como Twitch, nos encontramos con una enorme fanaticada que está dispuesta a pagar y pasar horas de su tiempo mirando a un V-Tuber, escribiéndole cómo si fuera una persona real, pero a la vez sabiendo que no lo es. Suena extraño, pero si recordamos el éxito de series animé como Dragon Ball, Naruto, One Piece u otros que se asemejan físicamente a los V-Tubers, podemos empezar a entenderlos.
A grandes rasgos, lo que hacen estos V-Tubers es responder a dos cosas: A la necesidad de pertenecer a una comunidad, con un líder que representa un “ideal” y que genera una excesiva interacción con ellos, al punto de querer pagar por elegir el look de un V-Tuber. En segundo lugar, a darles el gusto a los millones de fans de la animación japonesa, con un personaje que puede “cobrar vida” y hablar con ellos. Es el equivalente a que nuestra caricatura de infancia se convierta en V-Tuber y podamos seguirla, con una persona detrás de la cuenta que decide todo; el creador de contenido.
Ellos tienen mucho mérito, ya que son los encargados del V-Tubing – sí, ya tiene verbo -. Ellos se dedican a crear material audiovisual, ejecutar programas de animación, tener activas las redes sociales y crear el universo de este personaje. Por el mismo trabajo que conlleva y su potencial recompensa, ya existen en Japón – no podía ser otro lugar – empresas dedicadas a la producción de V-Tubers, tales como Activ8 y Hololive.
Estamos frente a una nueva dinámica en la creación de contenido, una que no se limita en temas: hay V-Tubers especialistas en deportes, moda, maquillaje, reacciones -para esto los programas ofrecen movimientos faciales-, gaming, música y lo que se nos ocurra. Una que hace rato tiene éxito en Asia y ya contempla a más de 10.000 V-Tubers mundialmente.
Simplemente, ya no necesitamos mostrarnos ni parecer en lo más mínimo humanos para viralizarnos en la red de redes.
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