Por: Claudio Torres. Regional Manager de D-Link
Esta semana se dieron a conocer los resultados de las postulaciones universitarias luego de que más de 290 mil estudiantes rindieran la Prueba de Selección Académica (PSU), evaluación que además de ser la puerta de entrada a la educación superior, trae consigo la interrogante sobre qué estudiar. En este sentido, la mayoría de los jóvenes opta por carreras tradicionales sin saber que no es el único camino que se puede tomar.
Según cifras entregadas por el Ministerio de Educación (Mineduc), en 2018 la matrícula total de pregrado en la educación superior fue de 1.188.423, de los cuales el 57% correspondía a universidades, el 31,5% a Institutos Profesionales, y el 11,5% a Centros de Formación Técnica (CFT). A pesar del desarrollo que han tenido los IPs desde 2009 (21,26%), estos han experimentado un estancamiento en los últimos 4 años, a su vez, los CFTs tuvieron un retroceso, ya que hace una década contaban con un 12,34% del total de matriculados.
Las cifras muestran que las preferencias de los alumnos siguen siendo las mismas que hace 10 años atrás, sin notar que el mercado laboral está cambiando. Una de las razones es que las carreras con mayor cantidad de años de estudios, 5 o 6 años (universitarias), tienen en promedio mayores ingresos que las de 2 o 4 años (carreras técnicas).
Sin embargo, lo que muchos estudiantes no saben es que la inversión necesaria en una carrera universitaria es superior no solo en la matrícula que deben pagar, sino también en el tiempo necesario para terminarla, lo que hace que tome más tiempo en empezar a generar ingresos que cubran lo invertido. Un técnico puede generar ingresos dos o cuatro años antes que un universitario y dada la experiencia adquirida puede acortar aún más la brecha de sueldos.
A todo esto se suma que, a través del tiempo, se han ido creando trabajos que requieren más técnicos, por lo que cada vez hay más ofertas para ellos. Estamos en la llamada “cuarta revolución industrial”, un concepto que nace del rol que tiene la digitalización y la tecnología en la vida cotidiana, que hace necesaria la formación de técnicos especializados en estas áreas.
El Internet de las Cosas (IoT), el Big Data, el Machine Learning, la Inteligencia Artificial y el Cloud, son algunas de las nuevas aristas que necesitaran contar con capital humano capacitado para llevar las carreras del futuro.
Hoy en día son los técnicos quienes operan las diferentes máquinas capaces de tomar nuestra presión sanguínea, hacer imágenes de nuestro cuerpo sin necesidad de “abrirlo”, hacer complejos cálculos de mercados financieros, o incluso cálculos de terrenos para construir las edificaciones más complejas en fracciones de segundo.
Sabemos que muchas de las carreras que hoy conocemos ya no existirán en el futuro, por esto es obligación conocer sobre el funcionamiento de las nuevas tecnologías, ya que si realmente se quiere competir en el mercado, es fundamental estar actualizado. Los tiempos están cambiando permanentemente y se está creando un nuevo campo laboral enfocado en áreas totalmente distintas, que para ser llevadas a cabo, se solicitan especializaciones técnicas.
El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.