Por: Manuel Baquedano M. Presidente del Instituto de Ecología Política
La crisis del sistema financiero internacional está en pleno desarrollo y no sabemos aún cuál será el grado de contagio que tendrá en América Latina, Asia o África. La situación es muy delicada. Durante estos días han quebrado bancos de la talla de Silicon Valley Bank, Signature Bank y el legendario banco europeo Credit Suisse (Suiza). Ahora el Deutsche Bank (Alemania) está al borde de la quiebra y según consignó el periódico The Wall Street Journal, tan sólo en Estados Unidos, serían alrededor de 186 los bancos de mediano y pequeño tamaño que estarían en peligro de quebrar.
No sabemos si el proceso de sustitución del dólar estadounidense como patrón financiero mundial será lento o abrupto. Lo que es evidente es que, en un mundo en el que se proyecta un escenario de poder multipolar, estaría imponiéndose un nuevo patrón resultante de una combinación de las principales monedas existentes como el yuan, el rublo, el dólar y el euro, entre otros.
Sin embargo, mientras esta transición tiene lugar (lo que podría durar años), los inversores y las personas en general están hoy refugiándose en los metales preciosos como el oro o en el Bitcoin, que en estos días ha tenido un notable aumento en su valor.
El sector más rico de la sociedad puede controlar el oro, pues la mayoría de los países tienen reservas en este metal precioso y en dólares estadounidenses. Sin embargo, no pueden controlar el Bitcoin ya que no obedece a ningún patrón conocido y sus fluctuaciones están fuera del control de los bancos centrales.
Aún así, quienes buscan refugiar la riqueza en oro y en Bitcoin no consideran que el mundo puede ser diezmado por una guerra nuclear o por la crisis climática. Debido a estas crisis que no están resueltas, en poco tiempo más podríamos entrar en un período de disminución de la población o directamente de extinción de la especie, sin la posibilidad de que las poblaciones sobrevivientes alcancen a iniciar una nueva civilización reconciliada con la naturaleza.
La élite (ya sea de derecha, centro o izquierda) que administra el poder gerencial del mundo siempre se refugió en el oro y en otros metales preciosos para mantener su riqueza acumulada. Lo importante para la élite es que esta riqueza esté constituida por cosas tangibles o bienes reales. A lo largo de la historia siempre ha sido así por lo que este proceso no encierra ninguna novedad. Lo que sí es distinto es la época que nos tocó vivir: convulsión social, guerras nucleares y crisis climática.
A partir de la crisis financiera global, la élite estaría buscando introducir una nueva moneda que vaya más allá de permitir el intercambio de mercancías y servicios. Además, podría tratarse de una moneda que permita vigilar a las poblaciones que la utilicen. Y para cumplir con este propósito, la moneda tendría que ser digital como, por ejemplo, un dólar norteamericano digital bajo directo control de la Reserva Federal (FED) que es el banco central de Estados Unidos, que está a su vez conformado por los doce principales bancos privados del país y un organismo regulador estatal.
Este nuevo Bitcoin, algunos voceros dicen que podría llamarse FedCoin, ya cuenta con pruebas muy avanzadas y podrían exigirse su uso a los bancos centrales que están dentro de la órbita de Estados Unidos. Los bancos podrían ser “invitados” por la FED a crear su propia moneda digital con un reconocimiento y equivalencia instantánea al FedCoin o dólar estadounidense.
Si la emisión de esta moneda digital va acompañada por la eliminación del dinero en efectivo, entonces esta nueva moneda será utilizada también como un mecanismo de vigilancia de las poblaciones, en ausencia del poder de las iglesias, los sindicatos y los partidos políticos que antes funcionaban como correas transmisoras de las demandas de la sociedad civil, es decir, de todas las personas que estamos por debajo de la élite que gobierna.
¿Y qué pasará con el actual Bitcoin? Podría suceder que una vez instaurado el FedCoin, se le diera un tiempo para que se convierta al FedCoin oficial para después, lisa y llanamente, dejarlo prohibido o no validarlo para su uso por parte de los bancos centrales de los países occidentales.
Aquellos que valoran su libertad personal y que no quieran ser vigilados por medio de sus consumos, tendrán que volver al trueque o implementar monedas locales emitidas por los barrios, las comunas o territorios. Las monedas en manos de las nuevas tribus reunidas alrededor de intereses comunes como las juntas de vecinos, las poblaciones locales o comunales tendrán que tener un patrón común que actúe sólo como una nueva unidad de referencia para el intercambio de bienes y servicios. Y este patrón podría ser la miel.
En este contexto, la miel podría jugar un rol mayor pues nos obligaría a producirla y conservarla en condiciones regenerativas y sustentables, cuidando a sus precursoras naturales que son las abejas ya que, como sabemos, en un mundo sin abejas no hay posibilidad de que exista vida humana.
El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.