Por: Cristián Montero R. Socio consultor de Pragmaxion y emprendedor en Telemedicina y Educación Virtual
Año a año, todos vamos camino a experimentar las mayores transformaciones de nuestras vidas. Será primero en los próximos cinco años y luego vendrán cambios aún mayores. Sabemos que ya están ocurriendo y que no dejarán lugar de nuestras vidas sin tocar, ya sean nuestras relaciones, identidad, profesiones, educación, entre otras.
De todas las dimensiones que componen este mega cambio, la inteligencia artificial (IA) probablemente sea la de mayor impacto. Como propone Maurice Conti, la denominación “Inteligencia ampliada o extendida”, tal vez sea más apropiada al verdadero sentido de potenciar nuestra inteligencia, ya que lo de “artificial” sigue muy conectado aún con la idea de robots dominando el mundo.
Nuestros celulares ya son parte de nuestra inteligencia ampliada: nos vinculan con una creciente parte de la humanidad, nos ofrecen respuestas instantáneas a complejas preguntas, amplían nuestra limitada memoria biológica, entre muchas otras cosas. Para mí, esto es un ejemplo inmediato de lo que es la verdadera “digitalización”: el mundo cada día más en la punta de nuestros dedos.
Lo natural es sentir una profunda inquietud ante los cambios que se avecinan. Avanzamos vertiginosamente en un territorio desconocido, no hay forma de detener esto. El propio Elon Musk ha abandonado su idea de regular la expansión de la IA. Resistirse ya no tiene ningún destino: el genio ya ha sido liberado de la lámpara. No hay vuelta atrás.
Lo que nos define como seres humanos, en medio de la abrumadora transformación tecnológica, es precisamente nuestro asidero, por lo que para no ser derribados por este tsunami digital, debemos asirnos a certezas que nos componen netamente como personas:
- Somos y seguiremos siendo seres biológicos: Nuestra naturaleza corpórea nos hace insustituibles por algoritmos programados o por redes neuronales digitales. La inteligencia ampliada, como lo dice su nombre, amplía nuestras capacidades de memoria, análisis, síntesis, entre otras, no sustituye nuestra mente incorporada.
- Somos mamíferos y por tanto seres “emocionantes”: Operamos desde un repertorio emocional que nos define y que da sentido a lo que experimentamos. Las emociones no son “la guinda de la torta”, son el bizcocho, la torta misma.
- El lenguaje humano conectado con las emociones es el entramado en el cual nos coordinamos e inventamos el futuro cotidianamente: Sin importar el idioma en el que operamos, los humanos seguiremos haciéndonos pedidos, promesas y ofertas para inventar nuevas posibilidades. Y seguiremos declarando nuevos propósitos.
Aunque la informática puede superar ampliamente nuestra capacidad de “procesamiento” y análisis, no puede sustituir el emocionar y el crear nuevas posibilidades espontáneas a partir del compromiso, que es patrimonio humano. En la era digital serán nuevos pedidos, nuevas promesas y nuevas ofertas: habrá que descubrir cuáles nos abren el espacio que esencialmente nos pertenece a los humanos y que las máquinas nos ayudarán a diseñar y a ejecutar.
El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.