Por: Ricardo Lazcano C. Gerente General de Casinos River
Enfrentados a múltiples desafíos y desarrollando una actividad productiva de sumo compleja como lo es la elaboración de alimentación colectiva en un panorama dominado por la crisis del coronavirus, hoy más que nunca resalta la trilogía que debe dominar todo nuestro quehacer: sentir la alegría de estar produciendo, pertenecer a un espacio geográfico y emocional llamado Región de Antofagasta y aportar, agradecido de lo logrado y construido, porque la comunidad nos requiere.
Sabemos que todos los seres humanos necesitan ser parte de algo, sentirse parte de ese algo, sentir que lo ata un vínculo emocional con personas, situaciones, lugares, Ese sentido de pertenencia permite que uno descubra que no estamos solos frente a los continuos desafíos cotidianos, que tenemos a nuestro alrededor de otras personas que tienen los mismos sentimientos y propósitos de construir en una comunidad con necesidades crecientes.
Cada vez me convenzo más de una realidad; las personas motivadas y bien guiadas, con objetivos claros, precisos y realistas, son las que nos ayudan a la concreción de nuestros sueños. Pero ese equipo humano debe estar en constante capacitación y desarrollo, disfrutando también de las tareas que realiza y comprendiendo que su aporte -por modesto que parezca- es parte insoslayable de una cadena productiva rica y eficiente.
En esta suerte de “carpe diem”, del disfrute diario de las actividades realizadas, a pesar de tantos tropiezos, nos damos cuenta que solo cuando saboreamos las acciones que emprendemos y las asumimos con humildad y regocijo, seremos capaces de compartir y de aportar de manera adecuada a los demás.
Haciendo un paralelo con el fútbol, nada mejor que los abrazos que recibimos cuando entre todos nos apoyamos para que uno de nosotros, una parte de nuestro equipo, logra el gol clasificatorio. Porque esos abrazos son los que te recuerdan a cada instante que no estás nunca solo cuando has sido capaz de crear equipo que lucha limpiamente por alcanzar sus metas y concretar sus desafíos.
Este sentido de pertenencia y arraigo es lo que motiva mi molestia, por ejemplo, cuando veo que las calles, veredas y parques de mi ciudad están deteriorados o destruidos y que, al menos en apariencia, eso no importa a nadie. Porque me duele la falta de identidad con lo nuestro, con lo que se ha ido construyendo. Me rebelo contra la falta de visión que tienen las autoridades y los propios ciudadanos cuando hacen de ese deterioro su paisaje constante.
También resulta desmotivador y preocupante constatar cómo algunos solo se preocupan por implementar proyectos de alto impacto para la economía nacional, pero se olvidan de negociar adecuadamente un impacto en las comunas de donde surge la materia prima que sostiene esas iniciativas, provocando esa desigual distribución de las riquezas y las consabidas inequidades de las que tanto se habla, pero tan poco se soluciona.
Por eso es tan importante tener siempre presente la trilogía del sentir, pertenecer y aportar, porque ello nos permite entender cabalmente qué somos capaces de hacer en pro de los demás, cuánto podemos crecer y concretar nuestros sueños y de qué modo ello afecta, para bien o para mal, a la comunidad en la que estamos insertos.
Y para quienes hemos surgido desde un emprendimiento, sorteando todos los obstáculos existentes, debiendo ajustarse a cada uno de los escenarios de estos últimos treinta años, sabemos muy bien la importancia de ese sentido de arraigo, de entender que debemos jugárnosla por la región en la que vivimos, por la ciudad en la que laboramos, por el barrio que compartimos. Solo de esa manera estaremos haciendo posible que existamos en el concierto nacional.
Debemos incorporar en nuestro ADN aquello del sentir, pertenecer y aportar. Solo de esa manera algún día estaremos celebrando que, por fin, nuestra identidad regional se hace presente en lo nacional, que nuestras dudas, inquietudes y sueños son considerados y que nuestros anhelos como empresarios regionales resulta un aporte altamente significativo para los demás.
El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.