Por: Dr. Carlos Pérez W. Académico Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad de O´Higgins
A raíz de la publicación de los puntajes de la Prueba de Transición Universitaria, PTU, es bueno recordar esta frase en latín, que podría interpretarse como “junto con esto, por lo tanto, a consecuencia de esto”, y que expresa lo que se conoce como “falacia argumentativa”. Falacia, en el sentido que se está infiriendo o deduciendo que dos eventos están conectados causalmente sólo por el hecho que observan juntos.
Y así como es válido pensar que, entre dos eventos cualquiera, uno deba causar al otro, es igualmente atendible pensar que -como suele ocurrir en el ámbito de la educación- la relación sea bastante más compleja, y lo que se observa es sólo una pequeña parte de un intrincado mapa de interrelaciones entre hechos y contextos.
Las asignaciones causales que se asocian a la PSU (hablo de la PSU porque aún no hay mucha evidencia para hablar de la PTU) son varias, y es bueno detenerse a reflexionar sobre algunas muy comunes que se suelen escuchar en estos tiempos: el puntaje PSU es un buen predictor de éxito universitario; el participar de un preuniversitario es relevante para obtener un buen puntaje PSU; el prestigio de un colegio se ratifica por la cantidad de puntajes nacionales que obtienen sus estudiantes; las carreras más difíciles son las que exhiben mayor puntaje de corte… Todas ellas, y otras, en general no son afirmaciones categóricas causales si hablamos de acuerdo a la evidencia científica, aun cuando se exhiban casos que se presten para alimentar esta idea.
Sería ingenuo pensar en que el éxito de una etapa de formación superior como la universitaria pueda ser inferido exclusivamente a partir de la puntuación sobre un conjunto de preguntas de alternativas y entrenables, sin considerar otros factores inherentes a la persona, como la situación sociocultural familiar, la motivación y vocación, las estrategias de autorregulación, los estilos atribucionales respecto al éxito y fracaso, y por cierto, las inherentes características cognitivas de cada uno.
Sin desmerecer el mérito de selección de la PSU, y reconociendo y celebrando el mérito de quienes alcanzan las máximas puntuaciones, evidentemente, hay una serie de factores igualmente trascendentales y deseables en la educación superior, y que muchas veces se están implícitamente encarnadas en estos estudiantes.
¿Significa esto que los colegios no tienen mérito o relevancia? En absoluto, pero el juicio crítico debiera ser orientado preferentemente hacia la constatación de cómo estos establecimientos potencian o compensan aquellos elementos que son igualmente relevantes y que requieren un periodo de tiempo prolongado para incidir: disciplina, responsabilidad, pensamiento crítico, integridad, respeto, autonomía, entre otros.
Si Ud. busca un buen colegio, le invito a informarse igualmente de sus proyectos educativos y las historias de vida de sus exalumnos/as. Un puntaje digno en la PSU generalmente es consecuencia de una buena formación y no al revés.
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