Por: Arturo Vicent. Gerente general Sawu
Luego de diez días intensos, pero llenos de aprendizaje, nuevas experiencias y relevantes encuentros, volvemos a Chile desde Dubái junto a otras 12 pymes de la región de Antofagasta con quienes tuvimos la oportunidad de ser parte de la Expo Dubái 2020.
Ahora llegó el momento de mirar con perspectiva las ilusiones que teníamos de este viaje. Si bien, partimos con cientos de ideas centradas en cómo este evento podría ser una enorme vitrina para exponer al mundo el valor de que la gran minería conecte con proveedores locales, fuimos mucho más allá, y nos permitió reflexionar sobre el país que estamos construyendo.
Emiratos Árabes es uno de los países más ricos del mundo, está posicionado dentro de los principales productores de petróleo y gas y su economía ha crecido abruptamente desde su independencia de Inglaterra en 1971.
Por varias razones, impacta. Muchas cosas producen un shock cultural a penas pones un pie en su territorio, mujeres completamente cubiertas, un fuerte fanatismo religioso y prohibición total para el consumo de drogas y alcohol. Mientras que, en contraste te encuentras con una ciudad totalmente cosmopolita y multicultural, tolerante a otras religiones y razas, donde la ley la dicta el Jeque y la tendencia apunta hacia una apertura comercial total enfocada en la diversificación de la matriz económica del país.
Pero, dentro de tantas diferencias y contrastes, lo que más me llamó la atención fue cómo Emiratos Árabes Unidos ha logrado diversificar sus fuentes de ingreso para depender solo en un 20% del petróleo. El rubro financiero, inmobiliario, turismo, tecnología y otros son negocios que en la moderna Dubái crecen día a día y permiten que no se dependa únicamente de la explotación de combustibles fósiles.
Todo esto les permite hoy ser líderes en el cambio de matriz energética, con una inversión en los últimos 3 años de más de 200 mil millones de dólares en proyectos de energías renovables y con el compromiso de que para el 2050 el 45% de la demanda energética interna sea cubierta por energías verdes.
¿Qué nos deja esto? Chile tiene enormes cualidades tanto sociales, como de talento humano y un entramado productivo que crece y se diversificada cada día más. Nos encaminamos hacia una economía de valor agregado y con un fuerte foco en el triple impacto, pero para que esto realmente llegue a puerto debemos ponernos al día y sentarnos en la mesa de los países desarrollados que necesitan nuestro cobre, por ejemplo, y hablar el mismo idioma, entendiendo que no podemos pretender ser parte del cambio de matriz energética y seguir discutiendo sobre centrales termoeléctricas a carbón o sobre usar aguas de vertientes subterráneas para la minería.
Si queremos, vamos a ser protagonistas, pero tenemos que estar a la altura, tenemos que entender que el cobre tiene una gran demanda porque el mundo está girado a un modelo energético sustentable y nuestra minería y nuestra sociedad no se puede quedar atrás, no basta con extraer cobre, hay que producirlo de forma sustentable, con valor agregado y preocupándose de impactar positivamente al medio ambiente, a las comunidades y a los proveedores locales. Chile definitivamente es un país de oportunidades, entendamos el giro que está dando el mundo, el momento histórico que vivimos localmente, y lideremos.
El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.