Por: Marisol Alarcón. Socia de Laboratoria
El recientemente publicado Índice de Transformación Digital 2020 realizado por Corfo, la Cámara de Comercio de Santiago y PMG Business Improvement, reveló como lo planteó un titular del DF, que “la pandemia acelera el proceso de digitalización de las empresas, pero sin cambio cultural”. Se agradece mucho este tipo de estudios porque confirman el trabajo que desde Laboratoria venimos impulsando hace más de cuatro años, a través de nuestra línea de educación para el trabajo, justamente en torno a la adaptabilidad ante el cambio de las personas, equipos y organizaciones.
De hecho, aludiendo al mencionado estudio, dada nuestra experiencia formando a más de 9.000 colaboradores del mundo corporativo en la región, es que desde hace algunos años ya no hablamos de “transformación digital”, sino de “transformación para la era digital”, ya que la clave está en cómo hacemos que las personas, los equipos y los liderazgos transformen su manera de trabajar para adaptarse no sólo a una era digital, pero como nos ha quedado más claro que nunca este año, a un contexto incierto y cambiante.
En esta línea, el año pasado realizamos un diagnóstico voluntario a organizaciones de Perú y Chile, donde se obtuvo más de 800 respuestas a nivel de liderazgo, y colaboradores de varias industrias como el retail, seguros, bancas y finanzas, tecnología, educación, minería y consumo masivo, entre otros; siendo el 65% de las respuestas del mundo de las grandes empresas y el 35% restante, de las pymes.
En línea con las conclusiones del ITD 2020, al preguntarles cuál fue el mayor obstáculo vivido en sus organizaciones durante la crisis, el 49% de las y los colaboradores mencionó la dificultad de adaptarse a la forma de trabajo como el principal desafío, seguido por problemas técnicos de conexión (41%) y los problemas de comunicación entre equipos (26%). Mientras que el liderazgo coincidió con la dificultad de adaptarse a la nueva forma de trabajo, su segundo y tercer desafío fueron la liquidez para afrontar los gastos y los problemas técnicos de conexión.
Al igual que el ITD 2020, nuestro diagnóstico revela que el principal desafío para las organizaciones y colaboradores es adoptar una nueva cultura de trabajo. Todos y todas quienes respondieron la encuesta, lo ven así. Si esta respuesta es tan evidente en ambos estudios y en otros, ¿por qué no estamos avanzando lo suficientemente rápido para adaptarnos a esta nueva cultura laboral? Me atrevo a decir que es porque no se sabe lo suficiente sobre cómo desarrollar y medir la adaptabilidad de las personas en sus puestos de trabajo y porque, en culturas laborales más tradicionales, se tiende a subestimar el impacto de esta capacidad en la productividad del negocio.
En este contexto, mi llamado es a que las organizaciones que saben que son muy jerárquicas, burocráticas y lentas para tomar decisiones, cambien rápido a ser más ágiles, flexibles y colaborativas. ¿Por qué? Porque su cultura actual es la que más frena el desarrollo de habilidades que son fundamentales para adaptarse al cambio: la curiosidad a hacer las cosas distinto, la mentalidad de crecimiento (actitud positiva ante nuevos aprendizajes y desafíos) y la colaboración, entre otros factores.
La adaptabilidad ante el cambio es la habilidad de adaptarnos a cambios presentes y futuros, lo cual incluye, tal como lo declararon los encuestados, la capacidad de comunicar las ideas asertivamente y de poder dialogar y llegar a acuerdos, la colaboración entre todo tipo de personas y la apertura nuevas maneras de ver y hacer las cosas.
Si bien la adaptabilidad ante el cambio ya se había identificado como una de las habilidades más relevantes para el mundo laboral varios años antes de la pandemia, hoy más que nunca, no tenemos espacio ni tiempo para dudar que es ahí en dónde debemos invertir.
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