Por: Jorge Lawrence S. Coordinadora Colegios Subvencionados del Norte – COPANOR
No cabe duda. El Coronavirus nos ha puesto en un escenario excepcional que ninguno de nosotros fue capaz de prever en su total magnitud y que ha forzado a los diferentes actores a reaccionar rápido, generando planes de acción para abordar esta contingencia.
A nivel gubernamental, el Ministerio de Salud ha sido el principal actor dentro de esta crisis, tomando medidas sanitarias de alcance nacional, regional y local, las que hasta ahora han demostrado ser eficientes en contener la expansión viral, más allá de la velocidad proyectada. Sin embargo, existen otros actores que a nuestro entender no han estado a la altura del desafío. Uno de ellos es el Ministerio de Educación.
Las decisiones del MINEDUC han sido erráticas desde el primer día, cuando por razones sanitarias, el Gobierno decretó la suspensión de clases en todo el territorio nacional. Los motivos que llevaron al ministro Mañalich a tomar tal decisión respondían a la necesidad de generar distancia social y evitar aglomeraciones que pudiesen transformarse en focos de transmisión viral. Sin embargo, a renglón seguido, el Ministerio de Educación instruyó a los colegios a operar con “turnos éticos” para atender, entre otros “a aquellos niños que no podían guardar cuarentena en casa”.
Es evidente que la instrucción de la autoridad educacional resultaba contradictoria con las indicaciones de la autoridad sanitaria. Si los colegios se mantenían abiertos para recibir a los alumnos que no pudieran quedarse en casa, la suspensión de clases no tenía ningún efecto. Peor aún, en ese contexto los colegios dejaban de ser instituciones educativas, para transformarse en meras guarderías infantiles, ya que resultaba imposible avanzar en contenidos curriculares con estos niños cuando las clases, como tal, estaban suspendidas y por tanto, la asistencia al colegio resultaba algo excepcional, transitorio y voluntario.
Para seguir con sus contradicciones, el Ministerio de Educación señaló que, durante la suspensión de clases, dispondría de una batería de materiales en su página web para que los alumnos continuaran con sus estudios desde el hogar. Al mismo tiempo se instruyó a los sostenedores y directores del sistema escolar a generar un sistema de clases a distancia que permitiera dar continuidad al plan de estudios durante este tiempo de suspensión.
Nueva contradicción. ¿Las clases están suspendidas o entramos en una modalidad de clases a distancia? El Ministerio ha sido majadero en la segunda tesis, reforzando comunicacionalmente su página web www.aprendoenlinea.mineduc.cl, y forzando a los actores del sistema a no detener el proceso de enseñanza por medio de herramientas virtuales, aún a costa del estrés de los niños y sus familias.
Pero al poco andar, el Ministerio de Educación nuevamente se contradice, al comunicar públicamente que el calendario escolar 2020 se ha modificado, extendiéndose hasta fines de diciembre e inclusive principios de enero. La pregunta surge de forma automática: Si los colegios están aplicando una modalidad de enseñanza a distancia, ¿por qué razón habría que extender las clases hasta enero? ¿Qué valor tienen entonces las clases virtuales? Si las clases están suspendidas, resulta lógico que el Ministerio fije un plan de recuperación, extendiendo el año escolar; Pero, si estamos trabajando con clases remotas, no resulta razonable que se extienda el año escolar más allá de las fechas propuestas en el calendario inicial.
Por último, el MINEDUC ha señalado que las vacaciones de invierno se adelantarán a la segunda quincena del mes de abril. ¿Esta es una medida adecuada? Pues, depende. Si estamos en un escenario de suspensión de clases, resulta entendible replantear el año escolar en su conjunto, fijando un solo semestre de clases a partir del retorno a la actividad presencial, sin interrupción en invierno. Pero, si estamos en un contexto de clases remotas, mediante una didáctica novedosa y virtual, que está recién comenzando a asentarse, resulta un total despropósito interrumpir este proceso de adaptación anticipando las vacaciones de invierno. Máxime si es por todos sabido que las clases presenciales no se reanudarán antes de junio o julio (siendo optimistas). En tal caso anticipar las vacaciones a la segunda quincena de abril resulta del todo incompresible, prematuro y precipitado.
Si se mantiene la lógica de tener vacaciones de invierno a partir del 13 de abril, los colegios se verán obligados a suspender sus actividades virtuales durante esas dos semanas, frenando en seco todo lo avanzado en adaptación y puesta en marcha de la modalidad remota en estas primeras semanas de cuarentena. Por tanto, cabe preguntarse, ¿Cumple un rol pedagógico anticipar las vacaciones o responde simplemente a una decisión táctica o política, pero sin sustento técnico?.
Es hora que el MINEDUC tome decisiones estratégicas, coherentes y pensadas en el largo plazo. Hay que asumir que el año escolar 2020 será un año distinto y por tanto se debe recalendarizar por completo, tanto del punto de vista de las fechas como de los contenidos. Probablemente el año escolar 2020 debiera reducirse a un semestre extendido, con menor cantidad de semanas y menor número de evaluaciones.
Por otra parte, hay que definir el carácter que tendrán las clases virtuales que hoy se están aplicando: si acaso éstas serán de reforzamiento, de nivelación o de avance curricular. Y si el MINEDUC optare por esta última opción, tendrá que orientar la manera de evaluar los contenidos y como se logra llegar con ellos al 100% del alumnado, ya que muchas familias no cuentan con medios tecnológicos. Pero hay que tener presente que si se obliga a los colegios a continuar avanzando con contenidos por vía remota, no debe extenderse el año escolar, en tanto cada colegio acredite el cumplimiento del plan de estudios respectivo, aún mediante una modalidad virtual.
Es tiempo que el MINEDUC defina hacia donde va. Que resuelva su propio QUO VADIS. De acuerdo a eso, corresponde que oriente de manera coherente a los actores del sistema, siempre pensando en el bien superior de los estudiantes.
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